La llamada lo encuentra mirando uno de sus paisajes favoritos. «Es lo más lindo que hay en cordillera, veo cerros con nieve y estoy entre San Hilario y el Brujo, los cerros que han salido muchas veces en televisión», relata entre risas Juan a Aleteia.
La hermosa coincidencia permite conversar en mayor profundidad recorriendo lo que fue ese momento que sigue dando que hablar al cumplirse medio siglo desde que el 13 de octubre de 1972 el avión uruguayo que transportaba al equipo de rugby Old Christians se precipitara a 3.750 metros de altura en la frontera entre Chile y Argentina.
Dios los salvó, es la única explicación
El clima en octubre de 1972 era muy distinto al de hoy. En esa época en Chile llovía mucho y por consecuencia caía mucha nieve, algo que era parte del paisaje cotidiano de esta familia de arrieros encabezada por Sergio Catalán.
«La subida con el ganado se hacía en primavera, salíamos de la casa que está a 70 kilómetros y nos tardábamos cuatro días en llegar. Luego nos quedábamos arriba hasta marzo-abril», indica Juan.
Fue en medio de esas labores cotidianas que a finales de diciembre, transcurridos dos meses del accidente, Sergio junto a sus tres hijos -y otros miembros del grupo- vieron a Fernando «Nando» Parrado y Roberto Canessa, dos jóvenes que parecían andar de turistas al otro lado del río.
«Para mi la historia fue demasiado impactante, yo se lo adjudico a un milagro, solo Dios los salvó a ellos, no hay otra explicación. Si uno mira dónde cayeron, por dónde caminaron, estaba todo cubierto de nieve, es demasiado peligroso, hacía mucho frío, era muy difícil llegar con vida. Nunca pensamos que podrían ser sobrevivientes del avión».
El primer abrazo
Juan recuerda: «Ellos nos gritaban, pero la fuerza del agua no nos dejaba escuchar, entonces mi papá les dijo que volvería al otro día y así fue, a las seis de la mañana mi papá volvió y le empezó a decir por donde seguir para poder acercarnos. Ahí fue cuando le lanzó un lápiz y papel, para que escribieran qué querían». Ese es el histórico mensaje que llegó en una botella y que causaría revuelo internacional, al fin había noticias de sobrevivientes.
«Mi papá partió de inmediato a dar aviso y buscar ayuda. Nos dejó arriba con mis dos hermanos de 10 y 11 años. Yo tenía 15 y debía cuidarlos como el mayor. Pero la verdad es que no nos íbamos a quedar sentados esperando. Cruzamos el río y fuimos a encontrarlos. Nos abrazamos, Roberto me dijo que quería llegar a su casa para Navidad y yo le respondí que sí alcanzaba porque faltaban dos días. Luego antes que el río volviera a subir, cruzamos de vuelta y mi papá no supo de esto hasta muchos años después».
La fuerza de la fe
Revisando la historia, cada día que pasa, Juan Catalán se convence más de que fue la fe en Dios la que mantuvo a los 16 sobrevivientes durante esos largos días.
«Nosotros somos católicos, cien por ciento creyentes y sé que fue él (Dios) quien los mantuvo a salvo, el mantenerse firmes en su fe y también en lo que "Nando" y Roberto podían lograr al salir a buscar ayuda», expresa Juan.
Una fe que sin duda se hizo presente, sin saberlo, en la mesa de los Catalán Toro y que presagió el feliz final: «Hay algo que me marca hasta hoy. Habían pasado varios días del accidente y estábamos almorzando cuando mi papá sintió algo dentro, un presentimiento, una certeza y nos dijo que nosotros los íbamos a encontrar, eso se me quedó grabado para siempre», comenta Juan.
«Para mi esta historia me hace sentir feliz y halagado, porque pasamos a ser hermanos de ellos. Mi papá es considerado como su padre también, el cariño y agradecimiento es muy grande, creo que eso es lo más lindo. Así como también lo vivido me da fuerza para creer en Dios y mantener viva mi fe», sentencia.
Una montaña de experiencia
La historia de estos deportistas uruguayos y el prodigio de permanecer con vida, ha sido llevada al cine y recogida en diversos libros. Uno de los que ha seguido de cerca este hecho es Marcelo Medina (47), con 33 años de montañista, creador de la Fundación «Milagro de Los Andes».
«Yo sé lo que es pasar hambre, frío, quedar atrapado en medio de tormentas y trabajar para no volverse loco y caer en alucinaciones. Por eso esta historia me ha movido por su fuerza. Es una tremenda lección donde sin duda, la fe tuvo mucho que ver», manifiesta Marcelo a Aleteia.
Marcelo es el único guía en Chile que realiza la ruta donde cayó el avión en 1972. Ha subido 15 veces con diversos grupos y al encontrar todavía restos del avión, saber que los cuerpos de los que no lo lograron siguen bajo esa superficie, además de pararse en un lugar cargado de una impactante tragedia, hace que todos regresen profundamente conmovidos.
«Decidí contarle a todas las personas que nunca podrán llegar hasta acá, lo que se vivió en un libro que contiene todo tipo de fotografías recopiladas en estos 50 años. Se titula “Una montaña de experiencia”. Mi intención es que sea distribuido en bibliotecas y colegios de la zona y que quede a disposición de todos los que lo quieran ver y darse una idea de lo que fue».
Homenaje
Para el 22 de diciembre, la Fundación «Milagro de Los Andes» prepara una celebración de la vida. Se trata de un homenaje al cumplirse 50 años de la tragedia en el cual se realizará el reconocimiento a todas las personas e instituciones que contribuyeron a lograr el rescate, partiendo por Sergio Catalán, que ya se fue de este mundo (11 de febrero de 2020, día de la Virgen de Lourdes) y su hijo Juan, que sigue sus pasos, fiel a la tradición de una familia de arrieros, que se mueven con fe por las altas montañas de Chile.