El papa Francisco presidió la Santa Misa de la Noche en la Solemnidad de la Navidad del Señor en la Basílica de San Pedro ante más de 7000 fieles: «Dios no quiere apariencia, sino cosas concretas». «Pienso especialmente en los niños devorados por las guerras, la pobreza y la injusticia».
«Perdemos el sentido de la Navidad por culpa de tanto consumismo. Frágiles y débiles víctimas de la voracidad humana». Esto dijo el Papa Francisco en su homilía, momentos antes llegó a la Basílica de San Pedro en silla de ruedas para presidir la Santa Misa este 24 de diciembre de 2022.
El Pontífice predicó contra las tantas guerras e injusticias, mientras fuera de la Basílica más de 3.000 personas seguían la misa en las pantallas de la plaza de San Pedro:
«¡Cuántas guerras!»
«¡Cuántas guerras! Y en tantos lugares, todavía hoy, la dignidad y la libertad se pisotean. Y las principales víctimas de la voracidad humana siempre son los frágiles, los débiles. En esta Navidad, como le sucedió a Jesús (cf. v. 7), una humanidad insaciable de dinero, poder y placer tampoco le hace sitio a los más pequeños, a tantos niños por nacer, a los pobres, a los olvidados. Pienso sobre todo en los niños devorados por las guerras, la pobreza y la injusticia».
El pesebre nos habla de lo concreto
El Papa afirmó que el pesebre nos habla de lo concreto. «En efecto, un niño en un pesebre representa una escena que impacta, hasta el punto de ser cruda. Nos recuerda que Dios se ha hecho verdaderamente carne.
De manera que, respecto a Él, no son suficientes las teorías, los pensamientos hermosos y los sentimientos piadosos. Jesús, que nace pobre, vivirá pobre y morirá pobre; no hizo muchos discursos sobre la pobreza, sino la vivió hasta las últimas consecuencias por nosotros. Desde el pesebre hasta la cruz, su amor por nosotros fue tangible, concreto: desde su nacimiento hasta su muerte, el hijo del carpintero abrazó la aspereza del leño, la rudeza de nuestra existencia. No nos amó con palabras, no nos amó en broma.
Y, por tanto, no se conforma con apariencias. Él, que se hizo carne, no quiere sólo buenos propósitos. Él, que nació en el pesebre, busca una fe concreta, hecha de adoración y de caridad, no de palabrería y exterioridad. Él, que se pone al desnudo en el pesebre y se pondrá al desnudo en la cruz, nos pide verdad, que vayamos a la verdad desnuda de las cosas, que depositemos a los pies del pesebre las excusas, las justificaciones y las hipocresías. Él, que fue envuelto con ternura en pañales por María, quiere que nos revistamos de amor.
Dios no quiere apariencia, sino cosas concretas. No dejemos pasar esta Navidad sin hacer algo de bueno. Ya que es su fiesta, su cumpleaños, hagámosle a Él regalos que le agraden. En Navidad Dios es concreto, en su nombre hagamos renacer un poco de esperanza a quien la ha perdido».
La oración del Papa para Navidad
Durante la Celebración Eucarística, tras la proclamación del Santo Evangelio, el Papa pronunció una homilía que luego se convirtió en una oración sentida y piadosa:
Jesús, te miramos, acurrucado en el pesebre. Te vemos tan cercano, que estás junto a nosotros por siempre. Gracias, Señor. Te contemplamos pobre, enseñándonos que la verdadera riqueza no está en las cosas, sino en las personas, sobre todo en los pobres. Perdónanos, si no te hemos reconocido y servido en ellos. Te vemos concreto, porque concreto es tu amor por nosotros, Jesús ayúdanos a dar carne y vida a nuestra fe. Amén.