A menudo, cuando pecamos, lo hacemos de noche, pensando de manera inconsciente que nadie nos verá.
Sin embargo, ¿no nos ve Dios siempre , independientemente de la hora del día?
Podemos olvidar esta verdad fundamental y luego convencernos de que incluso Dios ignora nuestras malas acciones.
San Pedro Julián Eymard escribió un sermón, impreso en el libro La Divina Eucaristía, sobre cómo debemos hacer todo bajo la atenta mirada de Jesús.
Debéis realizar vuestras acciones bajo la mirada de Jesucristo en el Santísimo Sacramento para hacerlas con valentía, santidad y con gusto.
Sepa que el ojo de Jesucristo está directamente sobre usted. ¿Cómo nos atrevemos a ofenderlo ante Sus mismos ojos, pues Él nos ve como lo veríamos nosotros si cayera el velo de las Sagradas Especies?
Pero, como los viejos culpables de las Escrituras, damos la espalda a los ojos de Nuestro Señor para pecar; de lo contrario nunca deberíamos atrevernos a ofenderlo.
Eymard imagina cómo sería si realmente viviéramos de esta manera.
¡Ay! Si pensáramos que Nuestro Señor, que está tan cerca de nosotros en el altar y en Su tabernáculo, en cuanto que un mismo techo nos cubre, es testigo ocular de cada una de nuestras acciones, y que al final del día deberíamos comparecer en Su augusta Presencia para rendirle cuenta de ello, ¡cuán fieles, diligentes y santos debemos ser en todos nuestros caminos!
Una mirada llena de amor
Además, no pienses en los ojos de Jesús como en los de un "juez enojado", que quiere vernos fracasar.
Piensa en los ojos de Jesús como los ojos de un padre amoroso, que sufre dolor cada vez que ve a uno de sus hijos caer en desgracia.
Prueba este ejercicio hoy y mira cómo podrías moldear tus acciones.