Desde la década de 1960, el fenómeno de la self religion, donde cada uno se fabrica su propia religión, no para de crecer. Toma la forma de "nuevas espiritualidades" que irrigan un sinfín de prácticas de desarrollo personal, de medicinas alternativas o de causas ideológicas apocalípticas, que llegan hasta el ocultismo y la brujería.
Este regreso al esoterismo y al "pensamiento mágico" es lo opuesto a una auténtica búsqueda de la verdad y el amor, explica el padre Jean-Christophe Thibaut, autor del libro Los nuevos rostros del esoterismo.
¿Cómo se explica la potencia de lo que los sociólogos llaman "nuevas espiritualidades" en nuestra sociedad?
En nuestras sociedades secularizadas, las religiones institucionalizadas están experimentando una profunda erosión, pero nuestro contemporáneo no se hizo ateo por eso.
Las preguntas existenciales siempre atormentan a hombres y mujeres en busca de sentido.
Pero no creen encontrar respuestas en las religiones tradicionales, especialmente en el cristianismo.
Prefieren jugar con religiones hechas a la medida recurriendo al antiguo fondo mágico de la humanidad.
Asistimos hoy a una auténtica locura por la brujería, la astrología, pero también por las religiones precristianas: druidismo, celtismo, etc.
Las creencias esotéricas están hoy asociadas a otros campos, como la ecología, el feminismo, el animalismo, etc.
¿Qué representan hoy la magia y el esoterismo? ¿Quién se ve afectado por este fenómeno?
Este interés por la magia afecta a todas las clases sociales, tanto de las ciudades como del campo.
Las últimas encuestas revelan que 1 de cada 4 franceses consulta a videntes y que el 58% dice creer en una ciencia oculta.
Hay más de 100.000 astrólogos y médiums declarados, a los que hay que sumar los que practican bajo mano.
Pero son sobre todo los jóvenes los que se dejan seducir por el esoterismo: el 70% de los jóvenes de 18 a 24 años tienen una opinión favorable al respecto. La magia siempre prospera en tiempos de crisis religiosa.
¿Cómo explicar tal pasión por la magia y el esoterismo en una sociedad que sin embargo concede poco interés a la espiritualidad?
En primer lugar, debe señalarse que muchos de nuestros contemporáneos hacen una diferencia entre religión y espiritualidad.
La religión es percibida como un encierro en dogmas y ritos a realizar, donde se debe seguir una verdad impuesta.
Por el contrario, la espiritualidad es vista como un espacio de libertad donde cada uno puede buscar a Dios, la divinidad, el absoluto, como quiera y cuando quiera.
Cabe señalar que, contrariamente a lo que se sabía en el pasado, las creencias esotéricas se asocian hoy a otros campos, como la ecología, el feminismo, el animalismo, etc.
Además, la espiritualidad está más asociada a las religiones asiáticas (hinduismo, budismo, etc.) que a las occidentales, especialmente la cristiana.
A la oración, se prefiere la meditación como una experiencia más profunda de la vida interior.
En la Misa se favorecen prácticas diversas y variadas (hipnosis, yoga, reiki, etc.) que pretenden abrir a las personas a dimensiones espirituales sepultadas en ellas.
Sin embargo, existe un profundo malentendido, porque estas religiones orientales han sido reformateadas a los gustos occidentales y despojadas de su contenido religioso.
Estas pseudo-espiritualidades son por lo tanto más afines a las técnicas de desarrollo personal donde la búsqueda de Dios es sólo un pretexto para la búsqueda de uno mismo, del yo interior.
Practicar la magia y el ocultismo es correr el riesgo de abrir la puerta a las fuerzas demoníacas, seamos conscientes de ello o no.
¿Por qué el ocultismo y la magia son incompatibles con la fe cristiana?
La Biblia siempre ha advertido al creyente contra todas las formas de magia.
El Catecismo de la Iglesia Católica recuerda que el uso de prácticas ocultas, incluso con el fin de procurar la salud, es "contrario a la virtud de la religión" ( CCC 2117). La virtud de la religión es "conectar" al hombre con Dios.
De hecho la magia aleja al hombre de Dios en la medida en que lo vuelve hacia entidades o poderes ocultos.
La magia no invita a la confianza en Dios ni en la Providencia, sino que da al hombre la ilusión de ser todopoderoso y de poder controlar solo su vida.
¿Cómo no encontrar allí la llamada del Tentador del libro del Génesis: "Seréis como dioses" (Gen 3.5)?
Además, el pensamiento esotérico se basa en doctrinas paganas que se remontan a la antigüedad (ningún Dios creador, creencia en la reencarnación, la salvación depende de una iluminación producida por un conocimiento secreto, etc.) que alejan al hombre de la verdad revelada.
Al seguir un pensamiento mentiroso, jugamos el juego del mentiroso. Además, practicar la magia y el ocultismo es correr el riesgo de abrir la puerta a las fuerzas demoníacas, seamos conscientes de ello o no.
¿Por qué no todos los caminos espirituales conducen a Dios?
¿Todas estas "nuevas espiritualidades" realmente conducen a Dios? Podemos dudarlo.
Esa "espiritualidad" sólo interesa en la medida en que puede aportar algo inmediato y concreto: paz interior, mejor salud física y mental.
No hay, pues, gratuidad, no hay búsqueda de la verdad y, sobre todo, no hay amor.
Son caminos materialistas y utilitarios, donde el hombre no se vuelve hacia el Otro, hacia lo trascendente, sino hacia sí mismo.
Es urgente recordar que solo Jesús es "el camino, la verdad y la vida", que debemos tener cuidado con los "falsos profetas" que pululan a nuestro alrededor, porque sus mensajes son huecos y solo llevan al vacío.