Una pareja de recién casados viajó, como muchas parejas de novios, a Islandia como estreno de la celebración de su matrimonio.
El viaje de bodas tenía como objetivo Islandia, entre otras razones, porque los novios esperaban contemplar las impresionantes auroras boreales que en muy pocos lugares del planeta pueden verse.
Sin embargo, la pareja no pudo ver ningún día ese fenómeno natural en las jornadas de estancia en Islandia.
A su regreso, en un vuelo de la compañía Easyjet de Rejkiavik a Manchester, el piloto supo lo que les había ocurrido.
Cosas de la Providencia: cuando se encontraban en pleno vuelo, el piloto avistó una aurora boreal. Le dio tiempo de hacer sus comprobaciones en la cabina y de dar un giro de 360º a la trayectoria del avión, de manera que los novios pudieron ver durante unos minutos por la ventanilla el espectáculo tan fascinante con el que habían soñado. Luego el avión se reincorporó a la ruta prevista sin complicaciones.
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Con un gesto tan audaz, logró completar la felicidad del viaje para estos recién casados. Y una vez más, no dejó de sorprender la alianza de Dios con nosotros, con ese guiño desde el firmamento.