La capacidad de perdonar está en el corazón del cristianismo. Cristo, después de todo, encarna literalmente el perdón de Dios al encarnarse a sí mismo. Hace explícito, hasta el extremo, cuánto Dios quiere que nos reconciliemos con su amor.
La importancia del perdón va más allá de la perspectiva religiosa. Toda la mejor psicología jamás desarrollada por la humanidad destaca el perdón como algo esencial para las relaciones saludables. Por eso, enseñar el perdón es una de las misiones más esenciales de todo padre y madre católicos.
Ejemplos de la Biblia
Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, la Biblia refuerza en innumerables pasajes que Dios perdona nuestros desamores. Además, la Escritura nos recuerda que nosotros mismos necesitamos perdonar para restaurar la paz en nuestros corazones. Se pueden apreciar ejemplos sublimes en la historia de José en Egipto y en la magnífica parábola del hijo pródigo, magistralmente narrada por Jesús.
Distinguir entre error y persona que yerra
Es importante que las madres católicas enseñen a sus hijos que perdonar no significa ignorar la ofensa o ser indulgente con el mal, sino dejar ir el dolor y el resentimiento que causa el mal. Por lo tanto, es fundamental distinguir entre el error, que debe ser admitido y rechazado, y la persona que comete el error, ya que necesita apoyo para corregir el error y progresar.
Cultivar la paz
Las madres también pueden enseñar a sus hijos a cultivar la paz en todas sus relaciones, ya sean familiares, de amistad, sociales, afectivas. Este cultivo requiere paciencia, empatía y compasión. Al enseñar estas virtudes a los niños, las madres literalmente cambian el mundo. En última instancia, crían adultos que están "entrenados" para evitar fricciones, resolver conflictos y recurrir al diálogo.
El desafío del ejemplo
La tarea no es fácil. Después de todo, la mejor manera de enseñar es con el ejemplo, y dar un ejemplo de perdón requiere practicarlo constantemente de primera mano. Esto incluye el perdón y la paciencia constante con los hijos y la familia. Resulta que en los brotes de estrés, esto puede ser particularmente desafiante, pero las recompensas valen la pena.
El fruto de la oración
Por último, pero no menos importante, la oración es una herramienta poderosa para cultivar la paz y el perdón. La oración familiar en especial puede ser una oportunidad de oro para pedirle a Dios la fuerza para perdonar y amar a los demás todos los días.