En el primer día de su visita a Portugal, el 2 de agosto de 2023, el Papa Francisco abordó la crisis que atraviesa la Iglesia local tras la reciente publicación de un informe sobre abusos sexuales cometidos por sacerdotes, al reunirse con obispos, clérigos, personas consagradas y agentes pastorales en el Monasterio de los Jerónimos de Lisboa. A pesar de un periodo "difícil", el Papa animó vivamente a los líderes católicos portugueses a no rendirse.
Tras reunirse por la mañana con las autoridades del país, el Papa se entrevistó en la Nunciatura Apostólica con el Presidente del Parlamento, Augusto Ernesto dos Santos Silva, y después con el Primer Ministro Antonio Costa. A continuación, recorrió diez kilómetros hasta el Monasterio de los Jerónimos, célebre edificio del siglo XVI, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, cerca de la costa lisboeta, donde fue acogido calurosamente por una congregación de unas 1.100 personas que rezaban.
Bajo las bóvedas iluminadas de este lugar emblemático de la ciudad, el Papa se dirigió a quienes experimentan "decepción y rabia [...] hacia la Iglesia, a veces a causa de nuestro pobre testimonio y de los escándalos que han desfigurado su rostro". Estos escándalos, dijo el Pontífice, "exigen una purificación humilde y constante, a partir del grito de dolor de las víctimas, siempre para ser acogidas y escuchadas".
La Iglesia portuguesa se vio sacudida por la publicación en enero de un informe sobre la violencia cometida por sacerdotes contra niños pequeños entre 1950 y 2022. La investigación registró al menos 4.815 víctimas, conmocionando al país.
No a una "pastoral de la nostalgia y el arrepentimiento"
Pero no se trataba de que el jefe de la Iglesia católica se dejara llevar por el "pesimismo". A lo largo de su discurso, pronunciado en español e intercalado con improvisaciones, advirtió contra actitudes negativas como la "resignación", el "inmovilismo", el "cinismo" y el "fatalismo".
El Papa se dirigió también a quienes sienten "hastío", señalando que se trata de un sentimiento "bastante extendido en los países de antigua tradición cristiana", marcado por "la secularización, la indiferencia hacia Dios, un creciente alejamiento de la práctica de la fe". En el contexto de estos "tiempos difíciles", instó a no "bajarse del barco" ni "aferrarse al pasado", reprendiendo un "enfoque pastoral basado en la nostalgia y el lamento". "No ha llegado el momento de detenerse y rendirse", insistió.
El sucesor de Pedro explicó a los pastores de la Iglesia portuguesa que ser "pescadores de hombres" significa ayudar a las personas "a levantarse de donde han caído, salvándolas del mal que amenaza con engullirlas, resucitándolas de toda forma de muerte". Todo ello sin "señalar con el dedo", añadió el Papa, que pidió repetidamente que la Iglesia no se convierta en una "aduana", porque "todos" tienen cabida en ella. En su discurso, el Papa mencionó el próximo Sínodo sobre la Sinodalidad, que pretende proponer una Iglesia más acogedora.
Refiriéndose a la historia colonialista de Portugal, el 266º Papa nos exhortó a "dejar la orilla, no para conquistar el mundo, sino para alegrarnos con el consuelo y la alegría del Evangelio". Y citó al misionero jesuita portugués António Vieira (1608-1697): "Nacer, una pequeña tierra; morir, toda la tierra: nacer, Portugal; morir, el mundo".
Agotamiento de sacerdotes y consagrados
El Pontífice se mostró especialmente preocupado por "los contextos en los que los sacerdotes y las personas consagradas están agotados porque, mientras aumentan las necesidades pastorales, cada vez hay menos". Para remediar estas carencias, recomendó "implicar a los laicos". Y el pontífice proclamó: "Nunca un obispo sin sus sacerdotes y sin el pueblo de Dios; nunca un sacerdote sin sus hermanos; y todos juntos —sacerdotes, religiosos y fieles laicos— como Iglesia, nunca sin los demás, sin el mundo". "Sin mundanidad, pero con el mundo", repitió.
"En la sociedad actual hay mucha oscuridad, incluso aquí en Portugal", dijo Francisco, deplorando "la inseguridad económica, [...] la pobreza en la amistad social, [...] la falta de esperanza". Corresponde a los cristianos ofrecer "una propuesta de vida nueva, la de Jesús", subrayó. Para concluir, el Papa agradeció a los representantes de la Iglesia portuguesa su "constancia" en la fe.
Tras este encuentro, el Pontífice, de 86 años, tenía previsto regresar a la Nunciatura, donde se aloja durante su estancia en Portugal. Mañana, el Papa se reunirá con jóvenes universitarios en la Universidad Católica Portuguesa y participará en un encuentro en la sede de la red educativa Scholas Occurentes, en Cascais. Al final del día, será recibido oficialmente en el Parque Eduardo VII por los jóvenes que participan en la Jornada Mundial de la Juventud, motivo principal de su visita.