Los sacramentales que se utilizan en la Iglesia son muy útiles para pedir a Dios que otorgue su bendición sobre nosotros, pero es muy fácil desvirtuar su función y creer que el objeto nos protegerá del mal como por arte de magia, evitando que nos ocurra una desgracia sencillamente por portarlo, debido a su «gran poder». Si no se tiene cuidado, fácilmente puede derivar en una superstición.
El catecismo de la Iglesia católica dice que «la Santa Madre Iglesia instituyó, además, los sacramentales. Estos son signos sagrados con los que, imitando de alguna manera a los sacramentos, se expresan efectos, sobre todo espirituales, obtenidos por la intercesión de la Iglesia. Por ellos, los hombres se disponen a recibir el efecto principal de los sacramentos y se santifican las diversas circunstancias de la vida» (CEC § 1667).
Podemos entender que la función de los sacramentales es disponernos a recibir la gracias de los sacramentos. Es decir, cuando se bendicen (sea un escapulario, agua bendita, sal, aceite, medallas o cualquier otro objeto), la oración que se hace sobre ellos pide a Dios que conceda a quien lo utilice ciertas gracias que le ayudarán en su vida diaria a combatir las tentaciones, es decir, mantener alejado al demonio.
1Un sacramental muy socorrido
Para conocer la bendición de exorcismo, el Hno. Elías Sánchez, benedictino, ha proporcionado a Aleteia la fórmula abreviada de la oración que hacen ellos en el monasterio de la Soledad, y que cualquier sacerdote puede realizar.
La dejamos a continuación par tenerla a mano cuando se requiera:
Bendición de medalla de San Benito
En el nombre del Padre Todopoderoso 〸
de Dios Hijo Redentor del mundo 〸
De Dios Espíritu Santo 〸
Yo exorcizo todas las medallas, el agua y la sal,
contra el poder y los ataques del demonio:
Que todos los que las usen devotamente se vean bendecidos con la salud del alma y el cuerpo; la remisión de los pecados, una vida santa y que les permita contrarrestar las asechanzas del enemigo.
Y que la bendición de Dios Padre Todopoderoso, de Dios Hijo Redentor del mundo y de Dios Espíritu Santo, descienda sobre ellos y sobre ustedes y permanezca para siempre.
AMÉN.