En el magistral episodio número 6 de la segunda temporada de The Bear, punto álgido de una serie que nadie debería perderse, asistimos a un largo flashback que rememora la preparación de la cena de Nochebuena a cargo de la madre de los protagonistas: los hermanos Berzatto, de ascendencia italiana.
A esa figura materna la interpreta una estrella de Hollywood cuya identidad no vamos a revelar aquí para que el espectador se lleve una sorpresa. En medio del jaleo de la cocina, el plato principal consiste en varios pescados que componen La Fiesta de los Siete Peces, tradición italoamericana de esa celebración de la víspera de Navidad.
Durante el capítulo, algunos familiares se preguntan el porqué de la tradición y ese número en concreto. Cada personaje desvela su teoría: "Porque se basa en personas que dejaron Italia para encontrar nuevos sueños y hogares con nuevas personas. Y trajeron sus siete mejores cosas de su mar a sus nuevos hogares", dice alguien. Otro apunta: "Hay sietes en toda la Biblia. Obtienes Sacramentos, virtudes, días, culpa, probablemente". Si uno busca en Internet, encontrará que precisamente la leyenda no está clara y no se sabe con certeza la razón. La posibilidad más evidente apunta a la simbología: los siete peces aludirían a los siete sacramentos de la Iglesia católica.
Cuando, sentados a la mesa, uno de los familiares da el discurso de agradecimiento por la cena, incluye su propia percepción del asunto, que estimula a todos: "Es una oportunidad para... estar juntos y cuidarnos unos a otros. Y para comer juntos. Y hay siete pescados, lo que significa que tienes que hacer siete platos completamente diferentes. Siete maneras completamente diferentes. Y eso lleva mucho tiempo. Creo que pasar ese tiempo... y usar ese tiempo con las personas que amamos es cómo les mostramos que los amamos".
Y ese es el punto más importante de The Bear: aunque se trate de una serie que, en la forma, va sobre chefs que se coordinan en un restaurante y elaboran platos nuevos que sorprendan a los comensales, en el fondo es sobre el amor de una familia disfuncional. Sobre cómo se echan de menos y cómo las pérdidas duelen, sobre cómo se destruyeron un poco unos a otros en el pasado por sus excesos emocionales. Una historia en la que los amigos y los familiares, cuando discuten, también gritan que se quieren.
Una serie premiada que combina drama, comedia y tensiones
El episodio piloto nos muestra a Carmen Berzatto (Jeremy Allen White), un prestigioso chef que ha dejado su empleo en el mejor restaurante del mundo porque su hermano Michael le cedió en el testamento su local de bocadillos de barrio en Chicago antes de suicidarse.
Heredar el establecimiento lo convierte en una obligación para él: en el restaurante trabaja gente a la que no puede dejar en la estacada y además algunos de sus familiares dependen del negocio, como su primo Richie (Ebon Moss-Bachrach), su hermana Natalie (Abby Elliott) o el tío Jimmy (Oliver Platt), a quien el finado debía el préstamo que éste le hizo para saldar deudas. Carmen tiene que resolver todo esto (débitos, reflotación del local, administración del trabajo) y, además, averiguar por qué su hermano, un hombre tan extrovertido y entusiasta, se mató. Su manera de gestionarlo consistirá en tragarse el dolor interno y afrontar la proximidad a una especie de locura a la que le empuja la tensión del empleo.
En ese episodio el protagonista "trata de entender ese lugar" y observa reminiscencias católicas de su hermano y, también, de la tradición familiar: la estatuilla de una Virgen en el despacho y la tarjeta de oración del entierro de Michael, que incluye su fecha de nacimiento y deceso y la cita bíblica Daniel 6:22. No faltan, de vez en cuando, planos de postales religiosas o crucifijos de fondo: es la manera del autor de la serie de relatarnos los vínculos católicos.
Carmen descubrirá que su hermano se había vuelto adicto a los analgésicos, quizá porque no podía ya soportar los obstáculos de llevar un restaurante: deudas, tensiones, conflictos, averías, falta de tiempo… Si Michael se volvió dependiente de las pastillas para el dolor, Carmen se convierte en un esclavo del trabajo y de la lucha contrarreloj para abrir cada día y ofrecer lo mejor de sí mismo. Durante la primera temporada lo veremos luchar contra eso y asumir el luto. Tanto él como Richie son los personajes más afectados por la pérdida y cada uno lo gestiona de una manera distinta. Como sabe o como puede: mediante la ira o la tristeza o la incomunicación.
Hay una idea de comunidad en proceso: los personajes de diversas razas, géneros y edades tratan de coordinarse y entenderse para trabajar en equipo, pero no siempre resulta fácil. Chocan por los egos, por las prisas, por la disparidad de opiniones. Jeff Gordinier, en una entrevista para Esquire con su creador, Christopher Store, sostenía que, para éste, la serie es sobre "pérdida, distanciamiento, trauma, adicción y comida de su propia vida". Y la filma con influencias de Martin Scorsese, del cine comercial de los 80 e incluso, a ratos, de John Cassavetes. Al final de la temporada uno hay un giro tan sorprendente que provoca un cambio radical en la segunda parte, recién estrenada en Disney. Por respeto a quienes aún no han visto la serie, no lo desvelaremos.