Acercarse al sacramento de la confesión, penitencia o reconciliación siempre resulta difícil -tanto para quienes no tienen la costumbre, como para aquellos que acuden regularmente- debido a que es necesario reconocerse pecador; por eso es muy saludable formarse el hábito de examinar la conciencia cada noche, pues ayuda a estar atento a cualquier cambio en la conducta que orille al penitente a cometer pecado, o bien, a estar alerta para evitarlo a toda costa.
Aleteia propone una oración para sensibilizar el alma de quien desee reconciliarse con el Padre celestial y cuidar su salud espiritual para estar preparado porque «su Señor llegará el día y la hora menos pensada... » (Mt 24, 50).
Oración para antes de la confesión
Cristo, nuestro Hermano mayor, resucitado de la muerte vamos ahora para reencontrarnos en el sacramento de la penitencia.
Jesús, que se les apareció a los apóstoles después de que estos lo habían abandonado y perdido la fe en él, y les dijo aquella frase tan conmovedora: "iLa paz sea con ustedes!",
frase que les hizo saber cómo su cobardía, falta de fe e incluso la negación de Pedro, habían sido totalmente perdonadas, venga a nosotros con esa misma frase de amor y perdón.
Señor, hemos fallado; hemos sido débiles, cobardes y egoístas, por eso arrepentidos
profundamente de nuestros pecados, imploramos tu perdón para nuestras faltas y la
fuerza para mantener el propósito de llevar una vida más santa.
Espíritu Santo, alumbra nuestras mentes para que nos veamos como somos, para que
sepamos nuestros pecados, nuestras flaquezas nuestra inhabilidad para cumplir con lo que
intentamos.
Que nuestra confesión nos sea fuente de gracia especial, cure las heridas del alma, renueve
nuestro deseo de amar a Dios sobre todas las cosas, y refuerce nuestro compromiso con el
prójimo.
Amado Padre, suplicamos la humildad y la valentía necesaria para reconocer en el
confesionario, ante la presencia del representante de Cristo, el mal que hemos
hecho y, sobre todo, el bien que hemos dejado de hacer.
Ayúdennos a entender que solo cuando hayamos confesado nuestros pecados, recibido la
absolución y cumplido la penitencia, podemos estar seguros de que recibimos el perdón deseado, la fuerza de tu amor para no pecar más, y la gracia de poder recibirte sacramentalmente en el Santísimo Sacramento del altar.
Amén