Aunque de san José conocemos muy poco en las Sagradas Escrituras, su vida tiene -hasta la fecha- un gran impacto. Son solo 11 veces las que aparece en la Biblia, seis en el Evangelio de san Mateo y cinco en el Evangelio de san Lucas.
Esto nos permite saber que este humilde carpintero siempre estuvo en segundo plano, obrando bajo la sombra del silencio, "teniendo únicamente la identidad y misión de acoger en su corazón, lleno de silencio y fe, los misterios de Dios sacrosantos de Jesús y María", escribió el padre Albino Navarro.
Sumisión a Dios
San José fue siempre dócil a la voluntad de Dios, a pesar de los grandes retos a los que se enfrentaba en su tiempo, por ejemplo: qué diría el pueblo al saber que María, la mujer a la cual iba a desposar, estaba encinta; al igual que aquel momento en el que Dios le pide que huyan de Egipto; así como las muchas cosas que tuvo que resolver para proteger a la Sagrada Familia.
La verdadera esencia del segundo lugar
Todos buscamos el primer lugar, ya sea en las competencias o en un asiento, así como en muchas cosas en la vida. Es lo normal en nuestro tiempo. Y claro, potenciar nuestras habilidades para llegar a la cima es bueno, pero san José decidió quedarse con la mejor parte, y no precisamente estando en primer plano.
De hecho, era conocido como "el esposo de María" o por su oficio de carpintero (era nombrado el Tékton que quiere decir carpintero). Precisamente en Mt 13, 55 dice: ¿No es este el hijo del carpintero?
Por lo que podemos considerar los siguientes consejos de san José para entender que una vida llena de obras silenciosas en realidad suman a la vida de los demás y al Reino de Dios
1Dedica tiempo al silencio
Cuánta falta nos hace el silencio en nuestra vida, así como detenernos un momento para entrar en silencio y poder escuchar lo que Dios quiere decirnos. Uno de los lenguajes preferidos de Dios es el silencio, y sin duda san José lo sabía bien.
Por excelencia, él es maestro de silencio y de oración. Más que un hombre de palabras era un hombre de hechos.
2Ejercitar la humildad
Podríamos decir que la humildad es la madre de todas las virtudes, ya que en ella podemos encontrar grandes tesoros, como los encontró san José.
Dice san Bernardo de Claraval: "Aquel a quien muchos profetas desearon ver y no vieron, oír y no oyeron; le fue dado a José, no solo verlo y oírlo, sino llevarlo en sus brazos, apretarlo contra su pecho, cubrirlo de besos".
En aquel entonces la carpintería era un oficio para las personas de clase media-baja, por lo que un varón justo no necesitó de un gran oficio para recibir el regalo de la paternidad virginal en Jesús.
3Paciencia
El patriarca de la Iglesia, además de entender su lugar, realizo su gran labor sin esperar nada a cambio -ni siquiera los créditos-, y fue hasta años después que se propagó con mayor fervorosidad su devoción.
San José Manyanet, en el siglo XX, profetizó que llegaría un tiempo especial para la Iglesia "El Tiempo de san José", ya que escribió: "Creo que el verdadero tiempo de san José no ha llegado todavía, después de dos mil años empezamos solo ahora a entrever algo del misterio en el cual está inmerso".
Ahora ya lo sabes, Dios tiene grandes recompensas para aquellos que hacen el bien en la sociedad bajo la sombra del silencio. Cuando crees que nadie toma en cuenta tus acciones, Dios sí, ¡eres eslabón importante para su plan perfecto!