María Cristina Landeros Printzen -cuyo nombre artístico es Cris Printzen- radica en Guadalajara, México, se dedica a evangelizar con la música y se define como una hija espiritual del Padre Pío.
"Tuve el privilegio de visitar su cuerpo incorrupto en San Giovanni Rotondo, Italia, en 2010, y fue una experiencia que marcó mucho mi crecimiento en la fe".
Con la música siempre
Cris estudió la licenciatura de Ciencias de la Educación en una universidad jesuita, pero ella señala que en realidad su vocación y pasión "ha estado marcada siempre por la música". Su incursión musical comenzó a los 9 años, cuando aprendió a tocar guitarra y a cantar en su escuela primaria.
Sin embargo, a partir de que comenzó a estudiar la secundaria, Cristina se alejó un poco de la música. Ya en la universidad, se enfocó mucho en los deportes, especialmente en el taekwondo, deporte con el cual formó parte de la selección de su institución y con el que ganó varias medallas de CONADE (Comisión Nacional del Deporte).
"Fue una oportunidad muy bonita. Pero es un deporte de alto rendimiento, donde puedes salir lastimada, así que tuve esguinces. Fue una etapa que me ayudó a forjar mi carácter, a tener más templanza, a ser más proactiva y a reaccionar mejor ante el estrés. El deporte siempre va a ser algo muy positivo para el cerebro".
Retomando su primer amor
Hacia el final de la universidad tuvo la oportunidad de retomar su primer amor, la música. La cantautora Zeny, dedicada a la evangelización católica, estaba buscando una corista, y Cris tomó ese puesto; después se convirtió en solista y comenzó a cantar Misas.
"Todavía tengo amistades de mi carrera y de otras carreras, así como de diferentes selecciones deportivas, que me ubican como 'la taekwoundoín que canta'".
Enamorada de Jesús
Lo que mueve a Cris para cantar es el Divino Niño Jesús, que es "como un fuego que no se apaga a pesar de las adversidades y de los retos de la vida". Confiesa que siempre ha sido más cercana a Jesús que a la Santísima Virgen, lo cual cambió a partir de una experiencia de fe, vivida gracias a su hermano.
"Soy una enamorada de Jesús desde niña. Afortunadamente estuve en un colegio católico, y eso influyó mucho en mi conocimiento del Señor. Y eso es lo que me motiva a cantar con mucha alegría y mucha ilusión, siempre como si fuera mi primera Misa a pesar de que ya tengo algunos años haciéndolo".
Un talento obtenido de Dios y puesto a su servicio
Ella cuenta que Dios le dio una gracia muy especial: el don de la composición. "Se lo pedí en un viaje a Tierra Santa. Ahí tuve la oportunidad de cantar Misas, y ese viaje me marcó mucho y me inspiró a hacer composiciones, gracias al Espíritu Santo".
Soy un músico lírico al servicio del Señor Jesús, de la Santísima Virgen María y del Espíritu Santo".
Cristina está casada desde hace diez años y tiene tres hijos -de nueve, seis y cuatro años- por lo que es mamá de tiempo completo; aún así, desde el año 2006 no ha dejado de cantar Misas.
"Me ha gustado mucho combinar la familia con la música. Eso relaja y ayuda a entrar en contacto con Dios de diferente forma".
"El Espíritu Santo consuela cada vez que canto una Misa"
Cristina cuenta que, hace 12 años, falleció su papá por complicaciones derivadas de una cirugía de corazón abierto. En ese momento entendió lo que significa confiar en la voluntad de Dios y vio cómo la música puede ayudar a cualquier persona a conectarse con Dios y orar con mayor fuerza.
"Hicimos muchas oraciones por él, con mucha fe; pero mi mamá nos inculcó mucho el aceptar que se haga la voluntad de Dios y no la nuestra. Así que, aunque yo tenía la ilusión de que mi papá me pudiera entregar en el altar el día de mi boda, pedí al Señor que se hiciera lo que fuera mejor para él".
A pesar de que su padre estaba sedado y los médicos le aseguraban que no podía escucharla, Cris le cantaba en el hospital.
"Yo sabía que él sí me escuchaba porque, al cantar, veía cómo en el monitor sus pulsaciones aumentaban. La música siempre te va a conectar con lo más profundo de tu ser, con Dios y con tus seres queridos. ¡Siempre! Y la oración es más fuerte con cantos".
Jesús concedió que el papá de Cris tuviera "una muerte muy tranquila, muy serena". Dios lo llamó justo en medio de la oración del Padrenuestro hecha por su médico junto con su mamá y hermano.
Afirma: "El Espíritu Santo me consoló al regalarme una composición para mi papá, que he compartido y que se llama Te esperaré en el Cielo. Eso es lo que me ha acercado mucho a las personas, es lo que más me conecta: una Misa de luto. Es para lo que más me contratan, porque hay como una conexión del Espíritu Santo, que consuela cada vez que canto una Misa".
El apostolado de la música en Whatsapp y para el Rosario
A partir de un apostolado que ha durado cuatro años, Cris recomienda que todas las familias encuentren un espacio dedicado a Jesús y a la Virgen María.
Su apostolado consiste en compartir el Rosario cantado con sus hijos a través de WhatsApp.
"Es una forma de llegar a las personas, incluso a las que se sienten más solas o a las que, por estar enfermas, no pueden ir a un templo. Ese apostolado les puede llegar a través de las vocecitas de mis hijos, y son como unas 80 personas las que nos siguen y que se han mantenido. Es un pequeño granito de arena que podemos hacer todos en comunidad".
Esta actividad, que inició durante el encierro de la pandemia, además de acercar a sus hijos al Rosario y de compartirlo con otras personas, también buscaba mantener a los niños ocupados; hoy, al paso de los años, los niños están alegres de alabar a Dios en compañía de papá y mamá.
"Se puede decir que mis niños empezaron con una conexión con la música nada más, sin que supieran realmente lo que implicaba un Rosario. Ellos veían que estaban papá y mamá, tocaban los instrumentos y contestaban a los rezos".
Por ello, cree que es importante que ninguna familia deje de crear estos espacios para rezar unidos. "Se puede rezar el Rosario o, si aún resulta pesado para los niños, comenzar con un Padrenuestro y tres Avemarías, dar gracias a Dios de lo que han vivido ese día e interceder por los demás; luego se puede ir aumentando la oración hasta rezar al menos una vez a la semana -y en familia- el Rosario completo".
Otra opción que Cris Printzen practica con sus hijos y que recomienda es la Coronilla de la Divina Misericordia, "que dura entre 15 o 20 minutos, mientras que el Rosario tradicional requiere 40 minutos o más", esto puede ser más conveniente para empezar, sobre todo si hay niños muy pequeños.