En la Iglesia, la Ascensión y la Asunción son dos días festivos diferentes; regalos aún más grandes de lo que significan para el mundo y para los cristianos. Este 2024, mientras que la Ascensión se celebra el 9 de mayo (sobre todo para Europa, aunque para otros países, como México, será hasta el domingo siguiente), 40 días después de Pascua, la Asunción se conmemorará el 15 de agosto, como siempre, ya que su fecha no cambia.
La Ascensión
La Ascensión celebra la elevación de Cristo a Dios Padre al final de su estancia entre los hombres, 40 días después de su Resurrección. El acontecimiento se describe en el primer capítulo de los Hechos de los Apóstoles:
"Mientras los Apóstoles le miraban, fue levantado, y vino una nube y le ocultó a sus ojos. Y mientras ellos seguían mirando al cielo, adonde iba Jesús, he aquí que se presentaron ante ellos dos hombres con vestiduras blancas, que les dijeron: 'Galileos, ¿por qué están mirando al cielo? Este Jesús, que ha sido arrebatado de ustedes al cielo, vendrá como lo han visto ir al cielo". (Hechos 1, 9-11).
La Asunción
La Asunción, en cambio, no está definida por el cómputo eclesiástico que determina el calendario litúrgico de las fiestas religiosas móviles. Esta fiesta, que conmemora la subida de la Virgen María al cielo al final de su vida terrena, con su cuerpo, se celebra siempre el 15 de agosto.
Preservada de la muerte terrena y de la descomposición de su cuerpo, ella, que era la "Puerta del Cielo" y el tabernáculo divino en el que el Hijo de Dios tomó carne, fue así elevada a su Hijo para ser coronada Reina del Cielo.
De este modo, la Iglesia recuerda no la muerte, sino la "dormición" de la Virgen que, al final de su peregrinación en la tierra, se durmió en la morada del Padre para unirse a la Jerusalén celestial.