En la historia de la Iglesia, la frecuencia con que se recibe la Eucaristía ha cambiado mucho; antes la Comunión era un acontecimiento poco frecuente. Muchos católicos solo recibían la Sagrada Comunión una vez al año -en Pascua- y rara vez pensaban que eran dignos de recibirla una segunda vez después de ello.
Hubo muchos factores diferentes que contribuyeron a este punto de vista, pero en los últimos siglos, muchos papas han promovido una recepción más frecuente de la Sagrada Comunión.
Comunión todos los domingos
El Catecismo de la Iglesia Católica reitera este punto, sugiriendo que los católicos deben recibirla tan a menudo como asistan a Misa:
"Es conforme al sentido mismo de la Eucaristía que los fieles, si tienen las disposiciones requeridas, comulguen cada vez que participan en la Misa. Como dice el Concilio Vaticano II: 'Se recomienda vivamente esa forma más perfecta de participación en la Misa, por la que los fieles, después de la comunión del sacerdote, reciben el Cuerpo del Señor del mismo sacrificio'"
Más concretamente, el Catecismo señala la obligación de asistir a Misa los domingos y las disposiciones necesarias para recibir la Sagrada Comunión:
"La Iglesia obliga a los fieles 'a participar en la Divina Liturgia los domingos y días de fiesta' y, preparados por el sacramento de la Reconciliación, a recibir la Eucaristía al menos una vez al año, si es posible durante el tiempo pascual. Pero la Iglesia anima vivamente a los fieles a recibir la Sagrada Eucaristía los domingos y los días de fiesta, o más a menudo aún, incluso diariamente"
Aunque la Iglesia recomienda encarecidamente la recepción semanal de la Sagrada Comunión, es importante señalar que esta recepción frecuente requiere la participación en el sacramento de la confesión, si el individuo es consciente de pecado grave.
La comunión diaria es posible para los que asisten a Misa durante la semana y también es alentada por la Iglesia.
Límite: dos veces al día
Sin embargo, existe un límite a la recepción de la Sagrada Comunión en un solo día. El Código de Derecho Canónico establece que solo se debe comulgar un máximo de dos veces al día.
A veces, si hacemos algo demasiado, nos insensibilizamos a ello y entonces se convierte en algo más rutinario que antes. Si comulgamos demasiado, podemos caer en la tentación de verlo cada vez más como un trozo de pan que como Jesús mismo.