Gregorio Magno se convirtió en el Santo Padre en el año 590 y permaneció como Papa hasta el año de su muerte en el 604. Procedía de una familia noble romana y fue elegido para dirigir la Iglesia en un momento en el que el antiguo orden romano se estaba desmoronando; el gobierno era menos eficaz y la Iglesia se estaba convirtiendo en el pegamento social que mantenía unida a la ciudad de Roma.
Gregorio escribió un libro llamado La Regla Pastoral, en el que enseña al clero cómo aconsejar mejor a quienes acuden a ellos con problemas. Este mismo documento te ayudará en tu matrimonio.
A continuación, san Gregorio ofrece algunos consejos básicos para las personas casadas que continúan siendo muy relevantes para los casados.
1Nunca olvides que Dios es parte de tu matrimonio
Gregorio escribió: "A los que están casados se les debe advertir que, mientras se preocupan por el bien del otro, procuren, ambos, agradar a sus cónyuges de tal manera que no desagraden a su Creador".
El matrimonio es, ante todo, una relación en la que un hombre y una mujer se convierten en una sola carne con el fin de ayudarse mutuamente a llegar al Cielo. El camino particular hacia la santidad para las personas casadas es la forma en que expanden su amor a lo largo de los años.
Esto se logra mediante una profundización de su fidelidad y consideración mutua y, si Dios quiere, mediante el nacimiento de hijos con los que pueden compartir cada vez más su amor. Pero Gregorio advierte que hay que tener cuidado de que la relación incluya a Dios y no se desvíe hacia la complacencia de los malos hábitos del otro.
2No te obsesiones demasiado con los detalles prácticos
Lo ideal sería que un matrimonio "espere las cosas que son de Dios como fruto del fin de su camino". Por el contrario, el matrimonio evitará dedicarse "enteramente a lo que está haciendo ahora".
En otras palabras, el matrimonio está destinado tanto a nuestro placer y felicidad ahora como a nuestra felicidad eterna. No sabemos cómo se comportaban las parejas en la época de Gregorio, pero sabemos que en la nuestra es fácil quedar completamente absorbido por las preocupaciones y actividades cotidianas.
Hay facturas que pagar, hijos que criar, prácticas deportivas que programar, platos que lavar y casas que mantener ordenadas. Se pueden pasar días enteros concentrados solo en preocupaciones prácticas; por ello, dediquen tiempo a ustedes, a charlar o hacer actividades que les de paz.
3Mejora tú antes de exigir mejoras a tu cónyuge
"Se les debe aconsejar que no se preocupen tanto por lo que deben soportar por parte de su cónyuge, sino que consideren lo que su cónyuge debe soportar por causa de ellos".
Este último consejo, si lo pusiéramos en marcha, haría que nuestros matrimonios fueran mucho más felices. Es bastante fácil culpar a la otra persona cuando una relación atraviesa un momento difícil. Y es algo sencillo señalar lo que está mal en un cónyuge y explicar cómo se puede corregir. Pero es mucho más difícil ver lo que está mal en nosotros mismos y cambiar.
En parte, esto se debe a que tenemos una persistente sensación de injusticia: no es justo que me esfuerce por mantener la cocina limpia cuando ella no lo hace; no es justo que yo haga ejercicio y me ponga en forma cuando él es un adicto al sofá; no es justo que yo tenga que ser responsable y ahorrar para nuestra jubilación cuando ella es una derrochadora...
Con estos tres sencillos consejos, Gregorio Magno muestra cómo cualquier matrimonio puede ser más feliz y, lo que es más importante, convertirse en una fuente de consuelo y estímulo a medida que avanzamos hacia la próxima vida.