Desde niño me han llamado la atención las historias de los gigantes. Curiosamente los cuentos infantiles están llenos de ellos.
El sastrecillo valiente
El gigante egoísta (para mí, uno de los mejores)
Pulgarcito
Las habichuelas mágicas
Juan sin miedo
El gigante bonachón
Seguro en tu infancia alguno te habrán contado.
Donde uno menos imaginaría encontrar gigantes es en las Sagradas Escrituras.
La santa la Biblia está llena de referencias de gigantes, hombres enormes de gran altura, feroces en la batalla, qué infundían miedo a sus enemigos.
Goliat, quien medía unos 3 metros, no fue el único gigante que se menciona en la Biblia, había incluso uno con seis dedos en cada mano y seis dedos en cada pie.
“En ese entonces había gigantes sobre la tierra, y también los hubo después… “ (Genesis 6, 4)
“Yo, sin embargo, en atención a ustedes, destruí a los amorreos, tan altos como cedros y tan forzudos como encinas, cortándoles sus ramas y arrancándoles sus raíces.” (Amos 2)
“Antiguamente habitaban allí los emíos, pueblo grande, numeroso y de alta estatura, como los enaceos. Tanto a ellos como a los enaceos se los tenía por gigantes“. (Deuteronomio 2, 1-11)
“Og, rey de Basán, era el último superviviente de la raza de los gigantes. En Rabba, ciudad de los amonitas, se muestra su cama de hierro, la cual tiene cuatro metros cincuenta de largo y dos de ancho.” (Deuteronomio 3, 11)
“Hubo otra guerra contra los filisteos y Eljanán, hijo de Jair, mató a Lajmi, hermano de Goliat, el de Gat; el asta de su lanza era como un enjullo de telar. Hubo guerra de nuevo en Gat, y había un hombre de gran estatura que tenía veinticuatro dedos, seis en cada mano y pie. También éste descendía de Rafá.” (1 crónicas 20, 5-6)
La Biblia empieza hablando de gigantes, enseña cómo vencerlos e indica por qué les tenemos miedo. Nos demuestra el poder de la palabra para hacer daño y atemorizar y el poder de la confianza en Dios para vencer nuestros miedos. Le bastaba la palabra a Goliat para meter miedo.
“Se detuvo frente a las líneas israelitas y gritó: «¿Por qué han salido para ponerse en orden de batalla? Yo soy filisteo; ustedes, en cambio, son los servidores de Saúl. Escojan, pues, un hombre que pueda pelear conmigo. Si es más fuerte que yo y me mata, nosotros seremos sus esclavos, pero si yo soy más fuerte y lo mato, entonces ustedes serán nuestros esclavos y nos servirán.» Y el filisteo agregó: «Este es mi desafío a los israelitas: preséntenme un hombre para que luchemos juntos.» Al oír esto, Saúl y todo Israel quedaron asombrados y asustados.” (1 Samuel 17, 8-11)
Si te preguntas cómo lo venció David, que era apenas un muchacho, no fue solo con una Honda y una piedra, sino confiando en el poder infinito de Dios.
Confiar en nuestro Dios es la forma como actualmente podemos vencer a los gigantes que ya no son de carne y hueso sino dificultades, problemas, miedos, que no afectan la vida.
Es muy sencillo, si Dios es todopoderoso y para él no hay nada imposible y es nuestro padre, ¿por qué debemos afligirnos? No hay motivo para tener miedo
Ánimo, Confía en Dios, que nunca defrauda a sus hijos.