Tras la toma de la ciudad de Kabul por los talibanes el pasado 15 de agosto, la comunidad internacional se organizó para salvar a la población afgana de los estragos. Francia pudo evacuar a cerca de 2.500 afganos por vía aérea, a pesar de las dos explosiones el 26 de agosto en el aeropuerto reivindicadas por el Daesh.
En total, 50 personas iban a ser recibidas a finales de agosto en el departamento francés de Côte-d’Or, entre Dijon, que respondió entre los primeros a las solicitudes del Estado francés, y la abadía de Citeaux, perpetuando la tradición de acogida de los monjes. Sin embargo, los refugiados no pudieron llegar debido a las dificultades para salir del aeropuerto de Kabul.
Una abadía acostumbrada a acoger a refugiados
Todo comenzó con la crisis migratoria de 2015 y la “jungla de Calais”, donde se asentaron los migrantes con la esperanza de franquear la Mancha para llegar a Inglaterra. Durante las evacuaciones de los campamentos de Calais, en 2016, la abadía de Citeux, origen del Císter, propuso recibir a los migrantes y los autobuses no tardaron en llegar.
Los cistercienses seguían así la más pura tradición de la regla de san Benito, cuyo capítulo 53 está dedicado a la hospitalidad:
De este modo, a finales de agosto, los monjes de la abadía cisterciense se dispusieron a acoger a una veintena de afganos. Lo harían en un edificio ya preparado anteriormente para alojar a poblaciones desplazadas en tiempos de crisis. Esta acogida se organizó con la ayuda de la comuna y de los habitantes, en particular porque la llegada a Côte-d’Or de los migrantes se produjo por iniciativa de la prefectura de Dijon.
Pero sobre todo es a la asociación Adoma a la que se le ha de agradecer la gestión de la organización. Adoma fue creada para ocuparse de las personas sin hogar y cuida ahora de los refugiados.
El hermano Jean-Claude, encargado de ofrecerles la casa rural de la abadía, valora además como “extraordinaria la forma en que se encargan de ellos, con mucha humanidad”. El largo edificio mencionado, situado a 100 metros de la abadía, tiene una capacidad de treinta camas y estaba reservado inicialmente a grupos de jóvenes.
Desde que comenzó la crisis humanitaria de Calais
Sin embargo, desde la crisis de Calais, ha hecho las veces también de alojamiento de socorro, sobre todo en invierno, para muchos refugiados que huyeron de su país a causa de las guerras, del clima o de la religión, “el único punto en común de todas estas familias”, comenta el cisterciense.
En vez de los afganos, 25 migrantes venidos del campamento de París fueron tres días para descansar y ser redirigidos por la asociación. Entre ellos, dos familias afganas, etíopes y marfileños. “Acogemos sobre todo a familias, a menudo a mujeres solas con hijos cuyos maridos están muertos o en prisión”, explica el religioso a Aleteia. “Se quedan a veces dos o tres meses”.
Durante este tiempo, descansan y emprenden las tareas administrativas necesarias para solicitar el asilo. Rellenan un documento “en el que explican por qué están aquí”.
Luego, la asociación les encuentra un alojamiento o un hueco en un Centro de acogida para solicitantes de asilo. “A veces hemos tenido a armenios, algunos venían a ayudar en los oficios con nosotros”, recuerda el hermano Jean-Claude, “pero la mayoría no son cristianos”. Precisa que “nunca hemos tenido problemas interreligiosos”.
En cuanto al trato, los monjes “se las ingenian para organizar fiestas con ellos y apaciguar su tristeza”, incluso celebraron la Navidad con ellos. En cuanto a los refugiados afganos, siempre son bien recibidos. La abadía de Císter está dispuesta a acogerles.