Al implicarse en esta correspondencia, era legítimo imaginar desde el otro lado del Atlántico a una persona desesperada, atea y sin rumbo. No era nada de eso. El primer correo de Edgardo, compuesto de tres páginas escritas a máquina en un inglés perfecto, estaba repleto de esperanza cristiana e incluso de humor.
Sus primeras palabras marcaron el tono de su correspondencia:
Luego relató brevemente su historia: desde el cruce a pie de Guatemala a Estados Unidos a la edad de 16 años hasta su caída a los infiernos tras un robo a mano armada en una tienda de comestibles.
A los 21 años, fue condenado a muerte por el asesinato de un policía. Ahora tiene 50 años.
Ha pasado más de la mitad de su vida en una prisión de alta seguridad de California.
Después de algunos detalles que menciona sobre su rutina cotidiana y sus “aficiones” (el baloncesto, el dominó y el ajedrez), en nuestras conversaciones Edgardo pasa a concentrarse en la espiritualidad. Le encanta hablar del gran Amor de su vida: Cristo.
Una conversión extraordinaria
En su primera carta, Edgardo resume con pudor su conversión extraordinaria:
Edgardo descubrió la misericordia de Dios en el corredor de la muerte. Tras una poderosa convicción de pecado, logró avanzar y entablar un vínculo personal y único con Cristo. Desde entonces escribe todos los días textos de evangelización o poemas como este:
Un cambio interior que se expresa en sus relaciones
Esta conversión en Cristo cambió también radicalmente su relación con el prójimo.
Lleno de delicadeza y atención por los demás, Edgardo me pregunta en sus cartas por mis actividades cotidianas, mi trabajo y mi manera de vivir mi fe. Se olvida de sí mismo, me da ánimos y me dedica cumplidos: “¿Tus alumnos de piano saben la suerte que tienen de aprender piano contigo?”.
Edgardo publica regularmente mensajes de esperanza en la revista Compassion destinada a los condenados a muerte estadounidenses.
Se convirtió en el portavoz de sus camaradas en un artículo titulado “Sus numerosos pecados le han sido perdonados porque ha demostrado mucho amor” (Lc 7, 47).
Dificultades para creer y la fuente de la esperanza
En él, describe la dificultad de los condenados a muerte para creer en Dios. El motivo es, según Edgardo, que se sienten excluidos para siempre de la sociedad, sean cuales sean sus esfuerzos por ser mejores personas.
Edgardo confiesa en este artículo la fuente de su esperanza:
Un "hilo de vida" a través de la Comunidad de San Egidio
La Comunidad de San Egidio describe la correspondencia con un condenado a muerte como un “hilo de vida” para los prisioneros, que, en efecto, sufren mucho en la espera indefinida de su ejecución.
La correspondencia epistolar con una persona en el mundo les da un espacio para expresarse, descubrir su interioridad y entablar una relación de amistad profunda.
Si tú también quieres practicar esta obra de misericordia espiritual (el consuelo de los afligidos), puedes contactar con la Comunidad de San Egidio.
Comunidad de San Egidio, Stefania Tallei, encargada de la correspondencia con los condenados a muerte y a quien puedes escribir a: stefaniatallei@gmail.com
Aliénor Strentz es doctora en etnología y antropología y fundadora del blog “Chrétiens heureux”.