La actitud amistosa que tuvo Carlos de Foucauld en los últimos doce años de su vida, cuando vivió su auténtico Nazaret en medio de los tuareg, es realmente inspiradora.
La vivió desde que llegó a Tamanrasset el año 1904, hasta que murió en su pueblo de adopción el 1º de diciembre de 1916.
Una relación amical de vecindad
El año 1911, Carlos de Foucauld, después de pasar cinco meses en la ermita del Asekrem, al regresar a Tamanrasset lo primero que hace es atender a las personas que encuentra todos los días.
El día de Navidad escribe a su prima María de Bondy:
En una carta fechada el 6 diciembre de este mismo año, Foucauld comenta al padre Voillard, su nuevo director espiritual, después de la muerte del padre Huvelin el año 1910:
Buscando los medios convenientes para la evangelización
Después expone su plan de acción:
Como buen pastor de almas, busca los medios más convenientes para llevar el mensaje evangélico a sus amigos tuareg.
La verdadera autoridad
Siete meses más tarde, el 12 de julio de 1912, en otra carta al padre Voillard volverá sobre el tema de la “autoridad”:
¿Y qué hace Foucauld?
Su propia experiencia
Foucauld se referirá a su propia conversión, a la influencia que ejerció sobre él, en aquel momento, su prima María, “por su silencio, su amabilidad, su bondad”.
“Ella era buena y expandía su perfume atrayendo, pero sin actuar”, son palabras del hermano Carlos.
En la meditación del 8 de noviembre de 1897, cuando era sirviente de las Clarisas de Nazaret, donde relata su conversión, explica que “llegó a la verdad gracias a la bondad de esta persona”, refiriéndose a su prima. Se decía:
Esta no-acción de María de Bondy, su bondad silenciosa, es para él un modelo, el modelo que debe y quiere seguir para la conversión de sus hermanos tuareg, el modelo que propone a aquellos y aquellas que tengan el deseo de consagrarse a la evangelización.
María de Bondy había dejado tiempo para hacer su obra, y Foucauld cree en el trabajo del tiempo: “Es necesario ir lentamente y discretamente” escribe a su prima el 15 agosto de 1912.
¿Qué medios utilizó Foucauld para anunciar el Evangelio de Jesús de Nazaret?
En el artículo 28 de los Consejos evangélicos, o Directorio, el propio Foucauld nos dice:
Los principales medios recomendados a los hermanos y hermanas para la conversión de las almas, y particularmente para las de los infieles de las colonias de su patria son:
1El santo sacrificio de la misa
2La presencia de la sagrada eucaristía
3La santificación personal
4La oración
5La penitencia
6El buen ejemplo
7La bondad
8El establecimiento de relaciones de amistad con las personas, con el constante deseo de hacer el bien a sus almas
9La ayuda prestada a los sacerdotes, religiosos y religiosas que trabajan para la salvación de las almas fuera del lugar en que se está, y particularmente de los que entre ellos trabajan en la conversión de los infieles de las colonias de la madre patria.
Preparar el terreno por la bondad
Cuando Foucauld dice que quizá tendrán que pasar siglos, como queriendo indicar “largo tiempo”, para que brote la fe cristiana, hay que recordar lo que le expuso a su amigo Joseph Hours sobre “los medios a emplear para la evangelización” en su carta del 25 de noviembre de 1911:
En concreto su carta dice así:
Los términos “preparar el terreno” y la “bondad” van juntos: la bondad es silenciosa y el silencio es una paciencia que manifiesta la bondad, es decir, la voluntad de respetar al otro, de no intervenir con violencia contra su voluntad.
Fraternidad sin ideología ni intereses
Se trata de una bondad sin “ideología”, que es el punto más alto al que puede llegar el espíritu humano. Una bondad que crea la fraternidad, no una bondad “interesada” o “instrumentalizada” para conseguir conversiones.
Foucauld no va tras el triunfo de una causa, sino que practica la bondad. Esta bondad marcó mucho a su amigo y discípulo Luis Massignon, que en un artículo titulado “Las delicadas invenciones surgidas de la ingeniosa bondad de Foucauld” (Vie espirituelle, febrero 1922, 43) nos habla de su delicadeza inexpresable:
El padre Huvelin le había invitado especialmente a esta evangelización por la bondad. Veamos lo que dice en su carnet de notas, que escribió en Tamanrasset, en una página que lleva por título: Lo que me ha dicho el padre Huvelin en mi viaje a Francia en 1909:
Estas palabras Foucauld las entendía bien, pues el padre Huvelin y su prima María habían actuado con él antes de su conversión con la misma bondad silenciosa: podía dar testimonio de que había sido esta mediación la que le había conducido a Dios.
A finales de 1911, cuando Foucauld invita a Massignon a pasar con él algunos meses en el Sahara, y sabiendo que este joven era un recién y ardoroso convertido, le da este programa de actuación:
¿Fue Foucauld un misionero?
A partir de 1908 ya de una manera muy clara Foucauld se ve a sí mismo misionero. No era un monje “escondido” en tierra de misión.
La palabra “escondido” Foucauld, no la utiliza nunca. Él es un misionero. Y si hay una real novedad en él, no lo es por “una nueva especie de monje”, sino por una nueva especie de misionero, o misionero de una especie rara.
En una carta suya del 29 de julio de 1916, cuatro meses antes de su muerte, le dice a René Bazín:
Usted ha escrito en parte sus deberes en su artículo “El más grande servicio” (L’Écho de Paris, 22 de enero de 1916).
Y en este momento de la carta, Foucauld define su vida:
La amistad un camino para la evangelización
Para Foucauld, como dice en el Art. 28 del Directorio, los seguidores de Jesús deben ser un “quinto Evangelio, una predicación viva: cada uno de ellos tiene que ser un modelo de vida evangélica. Viéndoles, se debe ver en qué consiste la vida cristiana, qué es la religión cristiana, lo que es el Evangelio, quién es Jesús... deben ser un Evangelio vivo: las personas alejadas de Jesús, especialmente los infieles, deben, sin libros ni palabras, conocer el Evangelio por su manera de vivir. Es decir, cada uno de nosotros tiene que ser como un “quinto evangelio”, anunciando con su vida a Jesús".
Esta manera de actuar es no actuar, la cima del respeto por el otro; este es el modo que preconiza Foucauld ante los otros métodos.
Esta acción por el ejemplo es más fuerte, pues no genera desconfianza, ya que toda apariencia de engaño o de seducción desaparece. ¿En qué se caracteriza este ejemplo? En la bondad.
Esta bondad hay que tenerla para todo el mundo. Estamos delante de la concepción esencial de la misión para Foucauld: predicar con el ejemplo, pasar haciendo el bien como Jesús de Nazaret.
El deseo más ardiente de Foucauld es la multiplicación de “desbrozadores”.
Foucauld se centra, antes que nada y principalmente, en la transformación personal que debe llevar a cabo cada uno en su propia vida.
En el Artículo XXVIII del Directorio se nos recuerda:
Y cuando, a continuación Foucauld analiza el punto de la “bondad” dice entre otras cosas:
Y continúa:
Por esto Jacques Maritain nos recuerda:
En la carta del 1º de mayo de 1912, que Foucauld envía a Massignon, expone, de una manera breve lo esencial de su espiritualidad:
Y afirma su convicción profunda: