Me encanta ir a Misa. Conozco su valor infinito. Es un tesoro que se nos da a los católicos y al mundo.
Jamás podremos pagar tanto amor de parte de Dios con nosotros. Nos dicen los santos que es la oración perfecta.
Como una curiosidad te comento que leí hace poco esto:
Dios me ofrecía algo mejor
Me ocurrió en una ocasión que le dije a Dios: "Siento que necesito rezar. Iré a una iglesia para estar un rato en silencio y adoración". Cuando llegué me percaté de que acababa de iniciar la santa Misa.
—¿Qué hago? —me dije—. No quiero interrumpir.
Entonces comprendí.
Dios me daba la oportunidad de ofrecerle algo mejor, una oración perfecta, más allá de mis pobres posibilidades y me permitía estar en aquella Eucaristía. ¡¡Fue asombroso!!
Iglesias cerradas
Sufrí mucho cuando cerraron las iglesias por la pandemia. No podíamos asistir a la Misa presencial ni recibir los sacramentos que dan vida.
Recuerdo que por las tardes pensaba mucho en Jesús abandonado en aquellos Sagrarios y enviaba a mi Ángel de la Guarda para que le hiciera compañía y le dejara mis saludos:
"Claudio te manda saludos mi buen Jesús. Dice que te quiere".
Lo imaginaba sonriendo por estas ocurrencias. Sintiéndose amado. Y en silencio oraba donde estaba, agradeciéndole tantas gracias.
¿Lo has hecho alguna vez? Es maravilloso.
San Josemaría Escrivá solía recomendar:
Y es cierto. Lo he comprobado por años. Mi ángel custodio me ha sacado de grandes apuros.
Cuando por algún motivo no puedas pasar a ver a Jesús en el Sagrario, manda a tu ángel custodio. Él le hará compañía en tu lugar.
¡Bienvenidos a la iglesia!
¿Por qué te lo cuento? Abrieron nuevamente las Iglesias con medidas de bioseguridad. Pero aún muchos católicos no van. El miedo, comprensible, los detiene. ¿Pero acaso no está Dios por encima de estas cosas? Para Él no hay nada imposible.
Mi esposa Vida suele decir que “en la misa disfrutas un remanso de paz”. Procuramos ir a diario.
El párroco de la iglesia donde vamos, el padre Antonio, es muy alegre, dinámico y te explica la Palabra de Dios con un entusiasmo contagioso.
Pero hoy lo encontramos aún más feliz. Pronto descubriríamos sus motivos.
Durante su homilía tomó el micrófono y bajó a donde estábamos los fieles sentados en las bancas.
Ve a misa por amor
Asiste con devoción y entusiasmo, jamás por rutina, a la Santa Misa. El Padre Pío solía rezar esta oración:
Pienso mucho en la santa comunión y en la forma como lo hacemos.
Ve a Misa por amor, comulga con fervor. Y recibirás gracias incalculables.
¡Dios te espera!
En Aleteia hemos publicado un serie de artículos sobre la santa Misa. Te invitamos a leerlos: