“Han sido 50 años de constantes visitas a las cárceles, de presencia de la Iglesia en la visita a Jesús encarcelado, de escucha de las agonías, dolores y sufrimientos de la población más marginada del país, del grito de las ‘periferias existenciales’ cuyas filas se han ido hinchando cada vez más; sumando actualmente, una población carcelaria que en Brasil supera las 800 mil personas”.
Así recuerda la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil, CNBB, lo que la labor de la Pastoral Carcelaria, que celebra el "Jubileo de Oro", o sea, 50 años de existencia.
Es a través de una nota en la que se recuerda cuáles han sido los primeros pasos, además de recordar los impulsos otorgados ya sea desde el Concilio Vaticano II en la década del 60 hasta algunos hechos que “marcaron el camino de la Iglesia en América Latina”. “Entre ellos el Pacto de las Catacumbas, documento firmado en noviembre de 1965, en el que los signatarios se comprometían con los pobres en el centro de su acción pastoral”, se indica, además de referencias a las conferencias de Medellín (1968) y Puebla (1979).
“Si la Iglesia está presente en la defensa o promoción de la dignidad humana, lo hace en concordancia con su misión y declaró que en última instancia se identificará con los desheredados –enfermos, encarcelados, hambrientos, solitarios–, su misión evangelizadora tiene como parte indispensable la acción por la justicia y las tareas del adelanto humano” (Puebla 3.2).
El padre Alfonso Pastore
El artículo de la Iglesia de Brasil recuerda al sacerdote Alfonso Pastore como el primero que luchó por la creación de la Pastoral Carcelaria en Brasil. Surgió con ese nombre, en la década del 70 y estuvo acompañada por el trabajo de laicos en la Arquidiócesis de Vitória. “Su trabajo fue arduo”, se recuerda. Lo propio con la labor de otros sacerdotes y diversos procesos que derivaron en lo que es hoy en día.
En tanto, la Iglesia de Brasil también le ofrece relevancia a otras fechas, eventos y personas que dieron protagonismo a la Pastoral Carcelaria.
Por ejemplo, se señala lo siguiente: “El 2 de octubre de 1992, se produce una rebelión en la Casa de Detenção de São Paulo, conocida popularmente como Carandiru, cuyo resultado son 111 muertos, pasando a la historia como la ‘Masacre de Carandiru’. Este hecho permanece y afecta el imaginario simbólico de la Pastoral Penitenciaria, llevándola a trabajar y soñar ‘un Mundo sin Prisiones’".
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