Dos iglesias con paredes y techos derrumbados y una totalmente inundada durante la Vigilia de Pentecostés son las consecuencias de la temporada de lluvias que ha generado varias emergencias en Colombia.
Una de ellas, el templo de San Francisco, que perdió cerca de veinte metros de su fachada, ya había sido afectado en siglos anteriores por varios sismos, que afortunadamente no cambiaron su estilo neoclásico. Fue construido a finales del siglo XVIII por los misioneros franciscanos, en un proyecto dirigido por fray Fernando de Jesús Larrea.
San Francisco está integrado por el convento de San Joaquín, la capilla de la Inmaculada, una torre de estilo mudéjar y un museo de arte religioso. Los historiadores destacan su gran valor arquitectónico como parte del complejo franciscano y su gran importancia dentro del patrimonio arquitectónico de la ciudad.
Más de dos siglos de humedad
Las causas del colapso de la pared fueron la acumulación de agua a causa de las lluvias. También la humedad de tantos años, de acuerdo con los informes de las autoridades. “La temporada invernal nos ha significado daños estructurales en la Iglesia de San Francisco, patrimonio de nuestra ciudad. Estamos activados en labores de protección de la vida y los bienes”, dijo en sus redes sociales Jorge Iván Ospina, alcalde de Cali.
Los trabajos de restauración que se están planeando contemplan la recuperación del techo, que arqueó hacia adentro; la fachada que se desplomó, así como las vigas de amarre que se cayeron y las fisuras que quedaron en paredes del antiguo templo.
Damnificados, pero no abandonados por Dios
En la misma ciudad, la parroquia de la Inmaculada Concepción sufrió una gran inundación mientras 600 personas participaban de la Vigilia de Pentecostés. “Cuando estábamos en el derramamiento de dones del Espíritu Santo, se hizo más fuerte la lluvia y el agua empezó a entrar al templo como una regadera, parecía un verdadero Pentecostés, con rayos relámpagos y mucha oración”, dijo a Aleteia el padre José Eugenio Hoyos, párroco en el lugar.
Al ser la iglesia abierta y con muchas rejas y ventanas, el agua entró más fácil. Por eso los feligreses sacaron paraguas y al ver que iba subiendo el nivel el agua, tuvieron que subirse a las bancas. A las personas mayores y en sillas de ruedas las movieron hacia el altar, para protegerlas un poco mejor.
En la parte exterior del templo, los vehículos chocaban unos con otros y las motocicletas daban vueltas en círculos, mientras el padre José Eugenio pedía más oración y a quienes podían salir sin correr mayores riesgos, les permitía hacerlo.
“Parecía el diluvio universal, se sintió como cuando Moisés dividió el mar en dos, y Dios siempre estuvo con nosotros. La lección grande es que debemos apegarnos a la oración y no a las cosas materiales. El enemigo quiso desanimarnos, pero la fe de la gente se mantuvo y vivimos un nuevo diluvio y pentecostés”, aseguró el padre José Eugenio.
La casa cural y sus enseres se dañaron, el templo quedó lleno de barro, ornamentos dañados, muebles destruidos, 30 carros declarados en pérdida total pero una comunidad mucho más unida en torno a la fe.
Y el final no pudo ser mejor: al día siguiente en la misa de siete de la noche apareció una pequeña paloma blanca que se posaba entre la gente. “Fue algo bien curioso, seguramente se escapó de alguna casa en medio del aguacero. Al final, se la llevó una señora y le puso por nombre Paz”, agregó el párroco.
En Jamundí colapsó otra iglesia
El pasado domingo, otro templo, el de Nuestra Señora del Rosario del municipio de Jamundí, muy cerca de Cali, perdió parte de su infraestructura luego de que se desplomó por efectos de los fuertes aguaceros de la época.
Raúl Céspedes, párroco del lugar, dijo a Noticiero 90 minutos: “Estaba el templo lleno, estaban también los niños que se preparan para la Primera Comunión a mí me dio como una especie de sensación de que se iba a desplomar la parte trasera del templo y rápidamente evacuamos a las personas”. Afortunadamente no había gente cerca.
También se afectó la infraestructura del despacho parroquial, al que no han podido ingresar y se espera poder hacerlo para recuperar tan valiosa información, así como se trabajará por recuperar el templo histórico.
Monseñor Luis Fernando Rodríguez, arzobispo coadjutor de Cali, explicó a Aleteia que son iglesias que recogen la historia de la evangelización en la región:
“El templo franciscano es un bien que data de 1780 aproximadamente, la de Jamundí es una iglesia ancestral (1808) donde se articulaban capillas doctrineras y fue punto de convergencia para indígenas y poblaciones negras”.
A estos hechos, la Iglesia católica también le da una lectura espiritual: “Debemos pensar qué nos está queriendo decir el Señor. Él nos habla a través de estos toques de campana, ¿no será que nos está pidiendo lo mismo que a San Francisco, que reconstruyamos los muros, pero los muros de una sociedad erosionada porque se apartó de Dios? Como dice el papa Francisco, tenemos que renovar la Iglesia y el mundo, que se están resquebrajando”, agregó Rodríguez.