En una misa católica romana, la consagración del pan y el vino suele estar marcada por la elevación de la hostia y el cáliz, a menudo acompañada por el sonido de la campana.
Además, a menudo hay un breve período de silencio, cuando el sacerdote no dice nada y simplemente levanta la hostia o el cáliz para que todos lo vean. Después de cada elevación, el sacerdote hace una genuflexión.
Si en ese momento una persona está de pie, ¿habría que inclinarse o bien mirar hacia arriba a la elevación en la misa?
Un poco de historia
Después de que la elevación de la hostia y el cáliz se introdujeron en la misa en el siglo XIII, una de las respuestas más comunes de la gente fue inclinar la cabeza en reverencia.
Fue una acción para reconocer la Presencia Real de Jesús en la Eucaristía, reconociendo la llegada del Rey de reyes.
En el siglo XVI, este gesto fue prescrito por varios concilios y se convirtió en una respuesta estándar.
Sin embargo, san Pío X sugirió una respuesta diferente, animando a los fieles a mirar hacia arriba y adorar la hostia eucarística.
San Pío X concedió una indulgencia a cualquiera que dijera: “Señor mío y Dios mío…" con fe, piedad y amor, mirando al Santísimo Sacramento, ya sea durante la elevación en la Misa, o cuando se expone en el altar.
Jesús está ahí
Muchos católicos rezan esta oración en silencio mientras contemplan la hostia elevada y rezan “Jesús mío, misericordia” en la elevación del cáliz.
Podemos inclinar la cabeza cuando el sacerdote hace una genuflexión después de cada elevación.
Ambos gestos se pueden hacer con fe y pueden conducir a un aumento del amor de Dios.
La Instrucción General del Misal Romano indica: “[Los fieles] estarán de rodillas, a no ser por causa de salud, por la estrechez del lugar, por el gran número de asistentes o que otras causas razonables lo impidan, durante la consagración. Pero los que no se arrodillen para la consagración, que hagan inclinación profunda mientras el sacerdote hace la genuflexión después de la consagración” (IGMR 43).
Hagas lo que hagas, considera realizar alguna acción de reverencia cuando Jesús se haga presente en los elementos consagrados.