En el capítulo 10 del Evangelio de Lucas, Jesús da tantos consejos e indicaciones concretas para los que predican la Buena Nueva que podría llamarse un manual o instructivo. Esto se aplica a todos los cristianos.
"Jesús designó a otros setenta y dos discípulos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares a donde pensaba ir" (Lc 10, 1).
El número 72 tiene un significado simbólico. En la antigüedad se pensaba que había 72 naciones en el mundo. Esto significa que Jesús les mandó a todos sin excepción.
Jesús manda siempre de dos en dos, porque la predicción del Evangelio se basa en la palabra de al menos dos testigos.
Además, Jesús no quiere que la Buena Nueva se predique por una sola persona. Cristo también quiere que los que predican el Evangelio se apoyen mutuamente. Cada uno de nosotros tiene días malos. Entonces la otra persona ayuda y viceversa.
Dios es quien envía
En la tradición de la Iglesia, estas palabras se leen como el incentivo de Jesús para rezar por las vocaciones al sacerdocio y a las órdenes religiosas, y por las vocaciones misioneras. Pero todo cristiano está llamado a ser misionero en su entorno.
Esto es a lo que Jesús nos anima, y el Papa Francisco nos recuerda que este es nuestro llamado cuando dice "Hay que animarse a cambiar el sofá por un par de zapatos que te ayuden a caminar por caminos nunca soñados y menos pensados, por caminos que abran nuevos horizontes".
Paradójicamente, esta es una imagen fuerte de la seguridad de los discípulos, porque las ovejas pertenecen al Señor Jesús. Además, los que proclaman la Buena Nueva no deben volverse como lobos y utilizar la fuerza o la agresión.
Confiar
Esta actitud refuerza la confianza de los discípulos en la providencia de Dios, que se ocupa de sus necesidades materiales. El hecho de no llevar sandalias en los pies les hace parecerse a los siervos que andaban descalzos.
Jesús dice que no saluden, porque en su época los saludos llevaban mucho tiempo, y no hay tiempo para perder en cortesías.
El Evangelio en la práctica
Las palabras de Jesús se dirigen a todos nosotros, no solo a los sacerdotes y monjas. En virtud del bautismo, cada uno de nosotros es un discípulo de Jesús que Él envía a llevar sonrisas, bondad, fe, esperanza y amor a la gente. Y esto es el Evangelio puesto en práctica.