Durante la Edad Media, el solar hispano sufrió muchos cambios de poder. Movimientos territoriales que, tras la desaparición del Imperio Romano, impulsaron sociedades muy distintas entre sí, que no siempre convivieron en paz.
Desde que a principios del siglo VIII entraran en la Península Ibérica pueblos musulmanes por el sur, su presencia se alargó durante años, imponiendo sus propias leyes sociales, políticas y religiosas.
A pesar de que en algún momento se intentó favorecer la convivencia entre cristianos, judíos y musulmanes, fueron muchas las normas que impidieron desarrollar el credo que no fuera el oficial.
Entre estas normas, existía la obligatoriedad de abrazar la fe musulmana en los matrimonios mixtos entre musulmanes y cristianas, una ley que provocó no pocos conflictos entre cónyuges y que llevaron a situaciones tan dramáticas como la de el martirio de estas dos hermanas, Alodia y Nunilo.
Hermanas cristianas
Sus nombres aparecen por primera vez en la obra Memoriale Sanctorum de San Eulogio quien, antes de sufrir él mismo el martirio, recopiló las vidas y muertes de muchos otros que le precedieron en tan dramático destino.
Los orígenes de las hermanas son inciertos. A pesar de que se sabe que nacieron en territorio andalusí, la localización exacta varía según las fuentes y la tradición, desde Aragón, La Rioja e incluso Granada.
Nunilo y Alodia eran fruto de un matrimonio mixto. Su padre era musulmán y su madre cristiana. Al parecer, a pesar de que las leyes imponían lo contrario, el padre de las hermanas permitió a su esposa que les transmitía su fe católica.
Sin embargo, cuando su madre quedó viuda y volvió a casarse, resultó que su segundo marido no parecía ser tan tolerante como el primero. Para evitar problemas, dado que la madre seguía empeñada en educarlas siguiendo los pasos de Cristo, las niñas fueron enviadas a vivir con una tía materna.
Nunilo y Alodia fueron más allá. Convencidas de su fe, se negaron a esconderla y la mostraron públicamente. Era solo cuestión de tiempo que sus vecinos musulmanes terminaran denunciándolas a las autoridades.
Martirio
El prefecto musulmán que las custodiaba intentó que las hermanas renegaran de su fe. A cambio, les prometía un buen matrimonio con un hombre musulmán y otro tipo de beneficios a los que ellas se negaron. Viendo que las jóvenes no cambiaban de opinión modificó su discurso. La amenaza de sufrir martirio y morir degolladas no alteró a ninguna de las dos.
El 21 o 22 de octubre de 851, Alodia y Nunilo fueron degolladas. Según San Eulogio, la ejecución pública de las santas tuvo un claro objetivo de ofrecer a los ciudadanos un espectáculo público y a la vez dar una advertencia, esto es lo que sucedía a quienes contravenían las leyes.
Tras su ejecución, los cuerpos de las jóvenes fueron lanzados a una fosa, impidiendo que fueran enterradas cristianamente. Según cuenta la tradición, sus cuerpos permanecieron intactos, a pesar de la presencia de aves carroñeras en la zona, emanaron luces extrañas y provocaron, según narra San Eulogio, grandes prodigios.
Las reliquias de las santas fueron trasladadas pocos años después al monasterio de Leyre, en Navarra. Desde allí, parte de los restos fueron desperdigándose por distintos puntos de España, donde su onomástica se celebra cada 22 de octubre. En muchas localidades se celebran romerías en su honor.