Empecemos por el principio, como decía mi abuelita en Costa Rica. Todo tiene un inicio. "El demonio existe. Es real". Las Sagradas Escrituras nos advierten con suficiente claridad:
"Someteos, pues, a Dios; resistid al Diablo y él huirá de vosotros"
Es evidente que ya muchos no creen en la existencia del demonio, por tanto se descuidan y no se defienden ni luchan contra las tentaciones, ni hacen propósitos fuertes de enmienda. El pecado es algo natural en sus vidas. No se percatan que ponen en riesgo una maravillosa eternidad al lado de Dios. Es como si una venda les impidiera ver las cosas espirituales.
Incluso dentro de la Iglesia escuchas en ocasiones lo mencionan como "el mal" o lo que es peor, un mito.
No le prestan atención a sus acciones, sino que te dicen: "Eso que llaman demonio en realidad es el mal del mundo, pero no es un ser vivo".
Presente en el mundo
Es un tema que me gustaría obviar, alejarme de él, pero por negar una realidad o no verla no lograrás que deje de existir y no te ponga en peligro a ti y a tu familia y al mundo entero.
Mira a tu alrededor, ¿acaso no notas su presencia en el mundo?
Es un ser muy poderoso, demasiado, y no es fácil de vencer, pero tampoco imposible. El Catecismo del Iglesia, un texto que suelo recomendar a los católicos que lean, nos dice de él:
Sin embargo, el poder de Satán no es infinito. No es más que una criatura, poderosa por el hecho de ser espíritu puro, pero siempre criatura: no puede impedir la edificación del Reino de Dios.
Aunque Satán actúe en el mundo por odio contra Dios y su Reino en Jesucristo, y aunque su acción cause graves daños —de naturaleza espiritual e indirectamente incluso de naturaleza física—en cada hombre y en la sociedad, esta acción es permitida por la divina providencia que con fuerza y dulzura dirige la historia del hombre y del mundo.
El que Dios permita la actividad diabólica es un gran misterio, pero "nosotros sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman" (Rm 8,28).
Mis vivencias con el demonio
Te hablaré de mi experiencia personal. Dime si te ha ocurrido igual.
He notado que la oración nos mantiene en la cercanía de Dios. Él siempre escucha nuestras plegarias y las responde con ternura.
Cuando rezamos con fervor, recibimos innumerables gracias que fortalecen nuestra alma.
El demonio lo sabe y hace lo imposible para alejarte de la oración. Tiene a su favor siglos de experiencia analizando, estudiando la conducta humana, nuestras debilidades.
Solía preguntarme qué hace el demonio para debilitarnos y llevarnos a pecar, a ofender a Dios con tanta facilidad.
Me he percatado que cuando dejo de rezar, me alejo de Dios, soy vulnerable, me debilito y soy propenso a cometer pecados.
Empieza entonces un ciclo interminable que solo la confesión, la oración y los sacramento de nuestra Iglesia rompen.
- Te desanimas.
- Te alejas de la oración.
- Rezas cada vez menos porque estás desanimado
- Pecas sin dolor de conciencia y te hundes cada vez en un pecado peor.
- La oración deja de ser parte de tu vida.
- Pierdes la paz.
¿Sientes desánimo? Acude a Dios
Qué fuerte es el desánimo. Llega silencioso, no lo notas ni lo ves venir y de pronto se apodera de ti. Hay tantas formas y es tan fácil.
Te encuentras en un grupo de la Iglesia y sientes que nadie te presta atención, y piensas: "¿qué hago aquí?". Te esfuerzas si ningún resultado aparente. Crees que te hablaron mal o no valoran tus acciones. Hay tantas cosas que influyen en el desánimo.
La vida es hermosa y vales mucho. ¡No te dejes!
Las Sagradas Escrituras vuelven en nuestro auxilio. Me encanta recomendar a mis lectores y a todos los católicos que vuelvan a las Escrituras. Lean la Biblia, fortalecerán sus vidas familiares, espirituales, laborales. La Biblia nos da ánimos para luchar:
"De hecho, ustedes todavía no han sufrido más que pruebas muy ordinarias. Pero Dios es fiel y no permitirá que sean tentados por encima de sus fuerzas. En el momento de la tentación les dará fuerza para superarla".
¿Estás desanimado? ¿Sientes que te alejas de la oración? Te comparto este bello escrito del padre Carlos Padilla que te levantará los ánimos y te ayudará en tu diario caminar:
¡Ánimo! No nos dejemos engañar por el demonio y sus viejas tácticas. Rezo por ti, reza por nosotros y caminemos juntos hacia la santidad que Dios nos pide.
¡El buen Dios te guarde y te bendiga!
"¡Feliz el hombre que soporta la prueba! Superada la prueba, recibirá la corona de la vida que ha prometido el Señor a los que le aman"