Se llama Vicente Nieves de León, nació en San Juan de Puerto Rico y actualmente reside en el pueblo de Carolina, en Puerto Rico.
- ¿Qué fue primero, el ser policía o ser diácono?
Ser policía.
- ¿A qué edad entró en la academia?
Ingresé con 20 años. Yo estaba laborando en el supermercado del pueblo y entonces estaba poniéndome muy delgado. Mi abuela, que en paz descanse, preocupada por la situación, le comentó a una tía que trabajaba en la policía como secretaria si me podía conseguir algún empleo que no requiriera tanta fuerza física.
Entonces fui con ella, pero el trabajo que había disponible requería de unos estudios más avanzados. Entonces, mi tía habló con un oficial de la policía, un teniente, y le preguntó si había algún trabajo que requiriera menos experiencia y le dijo que no, que solo de policía para mi edad.
Pues nada, fui al primer piso, a reclutamiento, y me tomaron las huellas dactilares y buscaron el certificado de buena conducta y ahí comencé a trabajar. Eso fue en enero de 1996 y en abril comencé la academia de policía.
Hoy tengo el rango de teniente primero. Ahora mismo estoy sirviendo en un centro de educación de la Policía, que es lo que tiene que ver con la reforma de la política en Puerto Rico. Ahí se adiestra a los nuevos policías en armas menos letales y otros adiestramientos que se les están dando constantemente a la policía para su mejoramiento personal y su educación continua.
- ¿Llegó a tener un día muy difícil como policía?
Yo llegué a patrullar diferentes lugares. Dentro de las funciones nunca tuve problemas, uno hace el trabajo como se debe. Hace algunos años, un 25 de julio, (aquí en Puerto Rico se celebra la Constitución del Estado Libre Asociado), estaba en operaciones tácticas. Y en la calle se formó un pequeño disturbio. Tuvimos que utilizar gases lacrimógenos y dispersar a varias personas que estaban queriendo interferir con la labor de la policía. Pero gracias a Dios no pasó a mayores.
- ¿Cuáles son las principales problemáticas de seguridad que tiene Puerto Rico?
El narcotráfico provoca la muerte y muchos asesinatos. Esa guerra del narcotráfico constantemente provoca asesinatos por la venta de droga. O cuando arrestan a alguna persona que vende droga y los otros quieren tomar poder, eso suscita que haya guerra de bandos. Y la violencia doméstica, que lamentablemente es algo familiar que está ocurriendo mucho.
- ¿Cuáles son tus principales armas para la vida?
La oración, el santo rosario.
"Ella me llevó a la Iglesia"
- ¿Cómo llega Dios a la vida del teniente Nieves?
Desde pequeño fui criado en el catolicismo. En el año 2006 conozco a mi actual esposa. Yo no sabía que era católica y en un momento dado ella me invita a la fiesta de la parroquia. Y yo, como siempre tenía ese deseo de volver a la iglesia, acepté la invitación. Desde ese año comencé a asistir a la iglesia con ella hasta que nos casamos y seguí creciendo en ese amor por la iglesia, por Dios y por el servicio policial y por la Iglesia.
- ¿Cuántos hijos tienes?
Tres hijos.
- ¿Cómo sentiste el llamado para ser diácono?
Yo participaba con los lectores de la parroquia y también ayudaba en todo lo que se requería, como en Semana Santa u otros momentos, hasta el servicio en la limpieza de la iglesia. Nunca pensaba en el diaconado, hasta que serví dentro de la Iglesia católica y conociendo más de este ministerio me nació el llamado.
No le ponía mucho interés, porque al menos se requerían 10 años de matrimonio. En el 2012 yo le pregunté a mi párroco cuáles eran los requisitos para el diaconado permanente. En el 2013 me explicó cómo era el diaconado. Mi esposa y yo aceptamos el llamado de Dios, e inicié el proceso para mi formación y discernimiento. El 1 de noviembre del 2018 fui ordenado diácono.
- ¿Y por qué un policía quería ser diácono?
Porque quería darle más de mí al Señor, entregarme más, y yo tenía la figura de dos sacerdotes que eran jóvenes, el padre Quique director de Cáritas Puerto Rico, y también tenía al de los medios sociales, al padre Milton Rivera.
En aquel entonces uno era contable y el otro era abogado y viendo su figura y su entrega, de que dejaron todo teniendo sus carreras, por entregarse al Señor, que yo sea diácono es nada. Sus ejemplos y testimonios me llevaron a dar ese paso sin pensarlo mucho.
¿Sus superiores en la policía sabían que te preparabas como diácono?
Sí. Y a muchos de ellos les tengo que agradecer que siempre me ayudaban si tenía que requerir algún día para alguna preparación o formación especial.
¿Cómo le ha ayudado el ser diácono?
En el matrimonio me ha ayudado grandemente y me sigue ayudando, porque mi esposa también está entregada al servicio de Dios y su iglesia. Ella está a cargo del ministerio de música y es catequista. Está en el ministerio de jóvenes y hemos crecido más los dos espiritualmente durante todo este tiempo. La familia está más unida porque siempre estamos juntos sirviendo al Señor. Nuestros hijos son monaguillos.
Y en la policía me ha ayudado en la disciplina, en el carácter, en la responsabilidad, porque tengo que dar un buen testimonio, más que otra persona en el servicio de la policía, con mi comportamiento. Y tengo que hacer equipo. Tengo que ser ejemplar y tener una conducta intachable.
- ¿Qué situaciones de miedo se le han presentado en el cumplimiento de su trabajo para buscar el auxilio de Dios?
Siempre me encomiendo al Señor y las situaciones de miedo, por la misma adrenalina no se sienten en el momento, pero es cuando uno aplica los fundamentos y la experiencia. Los miedos los puedes tener en los primeros años de servicio.
- ¿Su esposa es policía?
Sí. Ella está en una oficina que se encarga de investigar a los policías que cometen alguna mala conducta o corrupción.
- ¿Entonces la conoció dentro de la policía?
Sí.
- ¿Cómo le ha cambiado tu vida el ser diácono?
Me cambió totalmente. Ha cambiado desde el momento en que volví de lleno a la Iglesia.
- ¿Su esposa es devota de algún santo?
Siempre ha sido devota de la Madre Teresa de Calcuta y a mí siempre me ha impactado la historia de san Damián de Molokai.