Los últimas semanas, la atención mediática y política ha estado puesta en una nueva crisis migratoria que ha escalado en un conflicto mayor con el vecino Perú y que mantiene a cientos de personas y familias varadas en el «sector Hito Uno» del Paso Fronterizo Chacalluta en el límite entre Arica y Tacna, a la espera de poder ser «rescatados» y retornar a sus países de origen.
La crisis migratoria que ha golpeado con fuerza a América Latina y que puso a Chile como uno de los destinos preferidos, por las miles de personas que se han visto obligadas a dejar sus países por razones humanitarias, es un tema que trabajan diariamente diversas organizaciones de Iglesia. Se trata de las mismas que venían vaticinando los posibles escenarios que se podían generar al constatar en terreno lo que se estaba viviendo.
Así lo afirma el padre Lirio Berwanger, cs, director de la Casa de Acogida Beato Scalabrini en Arica (la que siempre está al máximo de su capacidad):
«A partir de 2018, cerca de 20 organizaciones de todo el país, constituimos la Red Nacional de organizaciones Pro Migrantes, con el objetivo de trabajar por la promoción de la defensa de los Derechos Humanos de las personas en movilidad, de la interculturalidad y de la inclusión con justicia y dignidad. Desde esa época venimos planteando constantemente a las autoridades de gobierno, soluciones para avanzar en conjunto».
Lirio estuvo recorriendo el paso fronterizo de Chacalluta este lunes 1 de mayo, haciendo entrega de algunos alimentos y artículos de primera necesidad para las cerca de 150 personas que se encuentran en dicha zona.
«La gente estaba en calma, recibiendo ayuda y sumándose a los operativos de higiene que ha dispuesto el municipio de Arica. Vimos también varios niños y niñas con problemas de salud que están siendo acogidos por el personal que se ha dispuesto en la zona. Les pregunté a algunos cómo estaban y me respondieron que bien y que su plan es seguir camino y volver a sus países».
Una crisis que trasciende múltiples fronteras
Consultado sobre cuál es a su parecer la génesis de esta nueva crisis, Lirio, de la Fundación Scalabrini, comenta que esta situación se ha visto agudizada como efecto de la pandemia del COVID 19 y la militarización de las fronteras.
Esto también ha sido señalado en la reciente reflexión del padre Alfredo J. Gonçalves, cs, vicepresidente del Servicio Pastoral de Migrantes, de Brasil en el documento titulado Muros, alambre de púas y soldados, el cual afirma que:
«La imposibilidad casi absoluta de emigrar de un país a otro de manera regular, con documentos al día, concentró a un gran número de migrantes en las fronteras vecinas. Estos últimos, de un momento a otro, sufrieron una dinámica inusual, marcada por campamentos de migrantes y refugiados, tensiones constantes y creciente presión sobre los muros visibles o invisibles que delimitan los territorios».
De hecho, Lirio agrega que: «Pensábamos que lo ocurrido hoy, iba a suceder el año pasado, nos habíamos preparado para una emergencia como ésta. Los migrantes se trasladan por necesidad, como iglesia vemos que esta militarización de las fronteras les impide circular, con ello se cierran las posibilidades de regularización y por tanto de optar a una vida digna. Los que están varados son migrantes en extrema situación de vulnerabilidad, no tienen proyectos y se encuentran en condición de sobrevivencia».
Fuerte trabajo en red
«Los migrantes que están pasando por esta difícil situación, no son agresivos, ni violentos, son personas sensibles, humildes que han llegado hasta acá buscando una mejor vida, pero que se han encontrado con múltiples trabas que nos les permiten avanzar. No consiguen realizar los trámites necesarios para obtener documentos y poder trabajar. Yo mismo me encuentro en esa situación ahora, llevo mucho tiempo tratando de regularizar mis papeles», prosigue Lirio..
«Hemos logrado conformar junto a diversas organizaciones no gubernamentales y de la sociedad civil, realizar un trabajo conjunto, hemos formado una gran Red Fronteras SOS, dialogamos en una mesa común, avanzamos en acuerdos y nos hemos ido ampliando. La semana pasada tuvimos reuniones con autoridades de gobierno y del municipio de Arica, logrando que se asuma el liderazgo en la frontera», indica.
«Con ello, hay asistencia humanitaria, conocemos las necesidades más urgentes y nos coordinamos para aportar. Tenemos otra reunión este viernes 5 de mayo con todas las instituciones», agrega.
Otra de las organizaciones que está presente en la frontera es el Servicio Jesuita Migrante. Su capellán, el padre Cristián del Campo, ha recorrido la zona y ha comunicado lo siguiente:
«Las historias son diversas, pero el sufrimiento es compartido, en especial por tantos niños y niñas en situaciones no solo indignas, sino que de flagrante vulneración de sus derechos».
El sacerdote, volvió este miércoles a la zona fronteriza, donde permanecerá hasta el jueves, para realizar un diagnóstico más detallado de la situación.
Varios obispos de frontera se pronuncian
Los obispos de las diócesis de San Marcos de Arica (Chile) y de las localidades peruanas como Tacna y Moquegua, como «pastores de las iglesias de frontera», difundieron un mensaje el pasado 29 de abril con motivo de lo que está sucediendo con los migrantes en la frontera entre Perú y Chile.
«Todos estamos de acuerdo que el fenómeno migratorio debe ser regulado por las autoridades pertinentes, pero regular no es sinónimo de prohibir o considerar a dichas personas como un mal para la sociedad», expresaron los obispos en un pasaje del comunicado.
«Los que se encuentran intentando cruzar las fronteras de nuestros países son personas que buscan un lugar donde tengan oportunidades de construir una vida digna. Ya fueron vulnerados y expulsados de sus respectivas naciones (…)», indicaron en otro de los puntos del comunicado.
«Sabemos que lo que se está viviendo entre la frontera de Perú y Chile es fruto de decisiones políticas. Por tanto, es necesario un auténtico y sincero ejercicio de corresponsabilidad por parte de la comunidad internacional, por parte de las autoridades nacionales y regionales. Por ende, expresamos respetuosamente nuestro parecer que la decisión tomada de militarizar la frontera o declarar en emergencia la zona de acceso son medidas coercitivas que reclaman soluciones más ponderadas y justas», indicaron en el punto tres.
Por último, los obispos pidieron una vez más el diálogo sincero entre las partes involucradas a raíz de algunos enfrentamientos con los migrantes, además de solicitar a las autoridades a encontrar vías de solución.
Apoyo desde Iquique
En tanto, este 3 de mayo, quien también se manifestó fue el obispo de Iquique (Chile), Isauro Covili, quien se unió a la declaración de los «obispos de frontera».
«La solución a todo problema social solo será posible si se reconoce y respeta la dignidad de cada persona, pues este es un valor irrenunciable que no puede estar nunca en juego a la hora de solucionar problemas», afirma el obispo en una parte de su mensaje (ver completo aquí).