La historia de la primera mujer argentina beatificada en la historia de una mujer sencilla, de vida normal, pero con un corazón enorme y una trayectoria vital excepcionalmente humilde. Sus logros fueron alcanzados a través de la constancia. Y del amor a Cristo.
Se llamaba María del Tránsito Eugenia de los Dolores Cabanillas y nació en una familia numerosa, llena de riquezas materiales y espirituales. Llegó al mundo el 15 de agosto de 1821 en Santa Leocadia, en la provincia argentina de Córdoba. Sus padres, Felipe Cabanillas y Francisca Antonia Luján tuvieron once hijos. Tres no sobrevivieron a la edad adulta, pero el resto dio a los esposos grandes satisfacciones. Mientras que cuatro se casaron y formaron sus propias familias cristianas, otros cuatro abrazaron la vida religiosa.
María del Tránsito tuvo una infancia normal, como la de cualquier otra niña de su tiempo, estudiando y ayudando en las tareas domésticas. Una feliz rutina que se rompió con la muerte en 1850 de su padre. Por aquel entonces, estaba a punto de cumplir los treinta, pero continuaba viviendo en casa, teniendo una vida austera, dedicada a la oración, a las obras de caridad y a ejercer como catequista. Con la desaparición de Felipe, Francisca se marchó con los hijos que aún vivían con ella y con unas primas que habían quedado huérfanas a vivir a la ciudad de Córdoba. Allí continuó con su rutina de oración y ayuda fuera de casa y en hogar, cuidando de sus hermanos pequeños.
En 1858 su madre fallecía y María del Tránsito tomó una decisión importante en su vida. Probablemente nunca había deseado casarse y en su corazón se escondía un deseo que sintió llegado el momento de cumplir. En 1859, a los treinta y siete años, ingresaba en la Tercera Orden de San Francisco. Años después, conoció a una dama llamada Isidora Ponce de León que se encontraba en proceso de fundar un convento carmelita en Buenos Aires.
María del Tránsito la siguió e ingresó en la clausura el 19 de marzo de 1873. Una vida que, sin embargo, no pudo seguir a causa de su frágil salud. Meses después intentó de nuevo abrazar la vida del claustro, esta vez en Montevideo, pero de nuevo tuvo que salir.
María del Tránsito no quería rendirse. Pasó tiempo intentando encontrar un camino, hasta que lo encontró fundando su propio instituto, basado en la educación y la ayuda a los más necesitados. No tardó en recibir la ayuda de unos hermanos franciscanos que alentaron a María del Tránsito a iniciar aquel proyecto. Fue Agustín Garzón, un filántropo, quien le ofreció una casa en la que materializar su sueño. Nacían así las Hermanas Misioneras Terciarias Franciscanas cuyos instituciones fueron aprobadas a finales de 1878. El 2 de febrero de 1879, María del Tránsito, acompañada de dos mujeres más, Teresa Fronteras y Brigida Moyano, profesaron sus votos.
Habían pasado muchos años en los que María del Tránsito había rezado para encontrar su propio destino. Años en los que no se rindió, en los que ejerció de catequista, en los que trabajó duro, a pesar de su salud, ayudando a los pobres. Una vida que, en palabras de San Juan Pablo II, vivió "sin espectaculares manifestaciones, esta nueva beata recorrió el camino de la santidad captando en cada momento la cercanía de Jesús y su invitación a seguirle hasta las últimas consecuencias."
María del Tránsito vivió pocos años como religiosa, pues falleció el 25 de agosto de 1885, a los sesenta y cuatro años de edad. En 1869 se inició su proceso de beatificación que culminó el 14 de abril de 2002. En la Plaza de San Pedro, el Papa San Juan Pablo II dijo que "su vida es un canto a las maravillas que Dios realiza en los acontecimientos comunes de la vida cotidiana" y recordó a los fieles allí congregados: "Que su testimonio sirva de ejemplo a tantos compatriotas suyos que en la hora presente han de seguir con entusiasmo su vida de cristianos y ciudadanos, sin caer en la tentación del desánimo o, lo que sería peor, con espíritu de rivalidad o de revancha".
En el año 2021, con motivo del bicentenario del nacimiento de la fundadora de las Hermanas Misioneras Terciarias Franciscanas, se inauguró en el barrio de San Vicente de Córdoba un museo de arte sacro en honor a María del Tránsito, la primera beata argentina.