El número de personas que tienen plantas de interior parece haber crecido en los últimos años. Se hicieron especialmente populares durante el COVID, cuando las personas carecían de espacios verdes y ansiaban un poco de naturaleza en casa.
Sin embargo, ahora que ya no existen todas las restricciones de la pandemia, la humilde planta de interior sigue siendo un éxito. Y de hecho, aunque pueda parecer un poco exagerado, se puede argumentar que el cuidado de las plantas de interior puede ser un verdadero estímulo para la fe y es una tarea que los católicos deberían intentar al menos una vez en la vida por cuatro concretos motivos.
1Un recordatorio celestial
A veces es fácil olvidarse de las maravillas de la creación divina, sobre todo en entornos urbanos. Sin embargo, con la gran variedad de plantas disponibles para cultivar en casa, puedes tener un recordatorio diario de lo hermosa que es la naturaleza y de que cada planta es un regalo de Dios.
Y cuando ves la enorme variedad de plantas disponibles, es imposible no quedar impresionado por la belleza individual de cada hoja, flor o espiga de cactus, y maravillarse de cómo crecen. Teniendo esto en cuenta, podemos animar a nuestros hijos a cuidar no solo de las plantas, sino de toda la creación de Dios.
2La alegría de cultivar
No todas las plantas crecen igual. Algunas crecen con muy pocos cuidados, mientras que otras podrían poner a prueba la paciencia de un santo, como la calathea, o planta de la oración, como se la conoce comúnmente, que puede ser impredecible, complicada y acabar en la composta cuando no se comporta.
Sin embargo, con las plantas más difíciles hay mucha satisfacción cuando brotan nuevas hojas o, simplemente, cuando permanecen vivas. Y con las plantas más fáciles de cultivar, no hay nada mejor que ver cómo responden bien a tus cuidados o al ambiente de tu casa.
La ventaja añadida de cuidar plantas es que también puedes involucrar a tus hijos. Desde pequeños pueden tener su propia mini regadera y aprender a cuidar de la naturaleza.
3Un santo empeño
Una cosa divertida que se puede hacer con las plantas es ponerles nombres, aunque recordarlos todos puede ser complicado cuando la casa comienza a convertirse en una jungla.
A una colega de Aleteia le encanta poner nombres de santos a sus plantas. Así, una planta trepadora podría llamarse Pier Giorgio en honor al joven santo italiano, pues el beato Pier Giorgio Frassati amaba el montañismo. Incluso tiene una preciosa Lázaro, una planta que resucitó milagrosamente.
Tener plantas santas es una forma maravillosa no solo de dar personalidad a tu planta, sino también de dar a tus hijos una pequeña lección sobre algunos maravillosos hombres y mujeres santos.
4Enfrentarse a la muerte
¿Recuerdas la planta Lázaro? Aunque esta planta en particular sobrevivió, hay una tristeza cuando una planta muere. A veces, a pesar de todos nuestros esfuerzos, estas pequeñas maravillas de la naturaleza no sobreviven. Aunque puede ser frustrante, es un pequeño recordatorio de que la vida en la tierra no es permanente, y que hay cosas más grandes por venir.