Nuestra sociedad tiende a premiar a los extrovertidos, pragmáticos y ambiciosos. Incluso en el colegio, los niños "populares" son aquellos a los que les gustan las fiestas y siempre están rodeados de otras personas. Encuentran su energía y su alegría en el contacto con los demás. Un niño melancólico, en cambio, es un introvertido al que le gusta quedarse en un lugar tranquilo para pensar, leer o pintar.
Aunque les encanta la gente, los niños melancólicos necesitan sobre todo silencio y espacio para recargar las pilas. Les gusta pasar el tiempo meditando sobre el sentido de la existencia, sobre su vida, contemplando la Belleza… Sin embargo, los padres a menudo se preguntan si su hijo melancólico está simplemente triste o deprimido.
Aunque las personas melancólicas pueden ser por naturaleza propensas a la tristeza y, a veces, al pesimismo, encuentran su equilibrio y su felicidad disponiendo a menudo de tiempo a solas para recargar las pilas, meditar, contemplar la naturaleza y despertar a la Belleza.
Es útil que los padres comprendan ciertas características de este temperamento melancólico para que puedan comunicarse mejor con sus hijos y entender lo que necesitan.
1Darles espacio y tiempo para sí mismos
Los niños melancólicos necesitan mucho espacio personal y tiempo a solas. Cuando se retiran a sus dormitorios, no están rechazando a sus familias, simplemente necesitan tiempo para recargar las pilas y reflexionar. Son muy sensibles a la interacción social y, aunque quieren a los que les rodean, también les gusta mantenerse al margen y ser independientes.
2Se toman enserio su angustia existencial
Las personas melancólicas profundizan cuando se trata de entender la vida, el propósito de la existencia, Dios… Tienen un mundo interior muy fértil y preguntas profundas. Es una buena idea tomarse en serio sus preocupaciones, al tiempo que te aseguras de reflexionar con ellos para cambiar cualquier pensamiento negativo que puedan tener. Algunas cuestiones pueden no parecer tan importantes, pero por alguna razón lo son para tu hijo. Por eso es importante darles tiempo para encontrar las respuestas adecuadas.
3No necesitan que les animes
Las personas melancólicas no necesitan energía exterior para levantar el ánimo. Por lo general, no les gusta participar en demasiadas actividades ni ser el centro de atención, y es importante respetarlo.
Las personas melancólicas tienen una vida interior y una actividad intelectual muy eficaz, y una estimulación externa excesiva no les ayuda. Les gusta sentarse tranquilamente a leer, escribir y contemplar la naturaleza durante horas y horas. Para un observador externo, esto puede parecer perder la tarde, pero no es así como se siente el melancólico. Su cerebro es un hervidero de actividad y pensamiento, y recargan las pilas en su mundo interior.
4Escucharlos
Las personas melancólicas disfrutan especialmente de las conversaciones personales porque les encanta establecer vínculos genuinos. Aprovecha la oportunidad de pasar un rato agradable con ellos. Cuando les escuches, ayúdales a dirigir sus pensamientos interiores hacia Dios, porque Él es la respuesta a sus preguntas. Dirige su deseo lejos del autoanálisis inútil e interminable y hacia la búsqueda de la Belleza y el Bien trascendente.
5Necesitan una verdadera relación con Dios
A falta de una fuerte identidad religiosa, los melancólicos intentarán encontrar respuestas en grandes escritores, filósofos o cantantes. Tienen sed de comprender el sentido de la existencia y una verdadera sensibilidad por el Infinito. Buscan respuestas en todas partes y con pasión. Anima a tus hijos a tener una relación personal con el Señor. Presénteles al Dios que les ha creado, les ama y quiere vivir eternamente con ellos en el paraíso, porque es Él quien responderá a su sed de Infinito.