De la niñez de Jesús conocemos poco, la Sagrada Escritura es muy parca al respecto, por eso nos extrañamos cuando conocemos aspectos que pareciera obvio que el Niño supiera.
Por ejemplo, aunque Jesús es plenamente divino, también es plenamente humano, y eso significó que tuvo que "aprender" una serie de cosas después de su nacimiento.
Puede parecer extraño pensar que el Creador del mundo tuvo que aprender a caminar, pero eso es exactamente lo que ocurrió hace más de dos mil años.
No solo tuvo que aprender a andar, sino también a rezar.
¿Qué dice el Catecismo?
El Catecismo de la Iglesia Católica subraya este punto en su sección sobre la oración:
"El Hijo de Dios que se hizo Hijo de la Virgen también aprendió a rezar según su corazón humano. Aprende las fórmulas de oración de su madre, que guardaba en su corazón y meditaba todas las "grandes cosas" hechas por el Todopoderoso. Aprende a rezar con las palabras y los ritmos de la oración de su pueblo, en la sinagoga de Nazaret y en el Templo de Jerusalén".
María y José tuvieron que instruir a Jesús para rezar de pequeño, enseñándole las palabras que debía decir y qué postura debía tener.
Su oración era más profunda
Sin embargo, su oración era más profunda que la de los demás, porque Él es al mismo tiempo Dios:
"Pero su oración brota de una fuente por lo demás secreta, como da a entender a los doce años: 'Tengo que estar en casa de mi Padre'. Aquí comienza a revelarse la novedad de la oración en la plenitud de los tiempos: su oración filial, que el Padre espera de sus hijos, va a ser vivida finalmente por el Hijo único en su humanidad, con y para los hombres".
Jesús caminó por esta tierra para mostrarnos el camino hacia el Padre y aprendió a rezar para que también nosotros nos esforcemos por seguir sus huellas.
Necesitamos aprender a rezar, y nuestro maestro y guía por excelencia es Jesucristo.