Leemos en el Evangelio de san Marcos una advertencia del Señor Jesús respecto a la tentación:
"Velen y oren, para que no caigan en la tentación. El espíritu está pronto, pero la carne es débil" (Mc 14, 37, 38).
Nuestro Señor Jesucristo iba a ser entregado por Judas, por eso, después de la Última Cena, salió con Pedro, Santiago y Juan hacia el Huerto de los Olivos para hacer oración, preparándose a vivir su Pasión, que por fin, había llegado.
La narración dice que los apóstoles se durmieron, en vez de velar con Él y orar, por ello el Señor le reprocha a Pedro: ¿No has podido velar ni una hora? (Mc 14, 37)
Una advertencia para este tiempo
Actualmente, estamos rodeados de situaciones que pueden hacer tambalear nuestra fe, y, a veces, sin darnos cuenta, quizá estemos a punto de caer en la tentación. En esos momentos, escuchemos la voz de Jesús que nos dice: ¡Velen y oren! la carne es débil.
Sobre todo, porque el que no se cuida, se puede perder. Por eso es importante amarse de tal manera que se tenga temor de alejarse de Dios.
Un breve examen de conciencia
Cada quien debería hacer su propio examen de conciencia y detectar cómo es que le llega la tentación: a algunos por la vista: cuidemos lo que vemos, pues más nos valdrá entrar tuertos en el cielo (Mc 9, 47).
A otros, por el el oído: un chisme, una maledicencia, un insulto, una canción obscena...
Muchos, por el gusto, cayendo en la gula por la comida o la bebida, los alimentos muy elaborados o exageradamente caros, bebidas alcohólicas que nublan el entendimiento y hacen cometer injusticias o hasta delitos.
El tacto: tocar a otros o tocarse sin necesidad para satisfacer pasiones insanas, consintiendo sensaciones que alejan de Dios o causan daño a otros.
El olfato: ¿cómo se puede pecar de este modo? usando aromas que enciendan deseos impuros.
Y, por supuesto, ceder a cualquier situación que nos aleje del amor a Dios y a nuestro prójimo.
Velar es permanecer atentos
Velar significa estar atentos porque no sabemos cómo seremos atacados por el enemigo.
El Señor nos ha alertado, ¡escuchemos y seamos obedientes!
Esas palabras pueden parecer necias en esta época, en la que tal parece que todo está permitido, pero más vale que hagamos caso y permanezcamos en vela, podríamos perder nuestra salvación.