Santa Gema Galgani tuvo como primera maestra a su madre, doña Aurelia, que la enseñó a amar a Jesús y María. Ante la prematura muerte de su madre terrenal, Gema adoptó como Madre a María Santísima.
También hablaba con su ángel de la guarda, pasó por muchas penas, enfermedades y hasta ataques del demonio. Además, nunca pudo ingresar al convento por su frágil salud.
Sin embargo, Dios la hizo partícipe de su felicidad en el cielo.
La oración, su refugio desde niña
Desde pequeña gustaba de la oración, a la que se dedicaba con gran amor, pues desde los cuatro años tenía una sensibilidad especial para entregarse a ella.
Una de esas oraciones, compuesta por ella misma es la siguiente:
"Querido Dios mío, me abandono enteramente en Tus santísimas Manos, para que hagas de mí y de mis cosas lo que más y mejor te gusta. En este dulce abandono descanso en Tu Divino Corazón como la tierna niña descansa en el pecho de su madre. Vosotros pensáis en todo y Yo sólo pensaré en amaros y realizar vuestra Santísima Voluntad".