Cuando se habla del final de los tiempos, inevitablemente surge el tema del Anticristo, ya que se le menciona específicamente en todo el Nuevo Testamento.
Concretamente, el Anticristo se menciona en las cartas de San Juan:
Hijos, es la última hora; y como habéis oído que viene el anticristo, así ahora han venido muchos anticristos; por eso sabemos que es la última hora (1 Juan 2,18).
Jesús no mencionó esa frase exacta, pero sí se refirió a los falsos mesías:
¿A qué se refieren estas palabras?
Algunos han pensado que las palabras de la Biblia se refieren a un movimiento político o a un poder mundial, o incluso al Papado, pero según san John Henry Newman, los Padres de la Iglesia afirmaron que será un hombre:
"Que el Anticristo es un hombre individual, no un poder, no un mero espíritu ético, ni un sistema político, ni una dinastía, ni una sucesión de gobernantes, era la tradición universal de la Iglesia primitiva. "Debemos decir", escribe San Jerónimo sobre Daniel, "lo que nos ha sido transmitido por todos los escritores eclesiásticos, que, en el fin del mundo, cuando el Imperio Romano vaya a ser destruido, habrá diez reyes, que se repartirán el territorio romano entre ellos, y que se levantará un undécimo, un rey pequeño, que someterá a tres de los diez, y a partir de ahí recibirá la sumisión de los otros siete. Se dice que 'el Cuerno tenía ojos como ojos de hombre', para que no supongamos, como algunos han pensado, que se trata del espíritu maligno o de un demonio, mientras que es un hombre, en quien Satanás morará corporalmente. Y una boca que hablaba grandes cosas;' porque él es el hombre de pecado, el hijo de perdición, de modo que se atreve a 'sentarse en el Templo de Dios, haciéndose pasar por Dios'".
Hombre de pecado
San Pablo habla de este "hombre de pecado" en su carta a los Tesalonicenses:
Que no se dejen perturbar fácilmente ni se alarmen, sea por anuncios proféticos, o por palabras o cartas atribuidas a nosotros, que hacen creer que el Día del Señor ya ha llegado.
Que nadie los engañe de ninguna manera. Porque antes tiene que venir la apostasía y manifestarse el hombre impío, el Ser condenado a la perdición, el Adversario, el que se alza con soberbia contra todo lo que lleva el nombre de Dios o es objeto de culto, hasta llegar a instalarse en el Templo de Dios, presentándose como si fuera Dios.
(2 Tesalonicenses 2, 2-4) (Douay-Rheims).
La Enciclopedia Católica explica: "La doctrina paulina es esta: el 'día del Señor' será precedido por 'una revuelta' y la revelación del 'hombre de pecado'. Este se sentará en el templo de Dios, presentándose como si fuera Dios; hará señales y prodigios mentirosos por el poder de Satanás; seducirá a los que no recibieron el amor de la verdad, para que se salven; pero el Señor Jesús lo matará con el espíritu de su boca, y lo destruirá con el resplandor de su venida".
No sabemos quién será realmente
El Catecismo de la Iglesia Católica afirma la enseñanza de un anticristo particular, aunque no da muchos detalles y abre la puerta a múltiples posibilidades:
El supremo engaño religioso es el del anticristo, un pseudo-mesianismo por el cual el hombre se glorifica a sí mismo en lugar de Dios y de su Mesías venido en carne (CIC 675).
Hasta ahora nadie ha sido identificado con éxito como el Anticristo, aunque muchos han actuado "en su espíritu".
El espíritu del Anticristo está vivo "cada vez que se pretende realizar dentro de la historia aquella esperanza mesiánica que solo puede realizarse más allá de la historia mediante el juicio escatológico" (CIC 676).