En ocasiones, varias personas, incluso sacerdotes, afirman que el mundo se acabará durante un año concreto.
Un sacerdote católico llegó a decir que aunque Jesús dijo que no sabríamos el "día" ni la "hora" en que volvería, no dijo nada sobre el "año".
¿Qué dijo Jesús?
Al dirigirse a sus discípulos, Jesús habló de los muchos signos del final de los tiempos, pero se aseguró de hacerles saber que no sabrían cuándo volvería:
El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. Pero de aquel día y de aquella hora nadie sabe, ni siquiera los ángeles del cielo, ni el Hijo, sino solo el Padre. Como los días de Noé, así será la venida del Hijo del hombre.
¿Significa esto que sabemos el año en que se acabará el mundo?
Desgraciadamente, no sabemos el año.
La única forma en que podríamos saber positivamente el año exacto es si Jesús les dijera a sus discípulos: "El mundo se acabará en 2030".
Los católicos creen que la revelación divina pública terminó con el Nuevo Testamento. Desde entonces puede haber revelación privada, pero no estamos obligados a creer todo lo que contiene.
En consecuencia, si alguien afirma haber recibido de Dios el año exacto en que Jesús volverá, nadie está obligado a creerlo.
¿Por qué Jesús no nos contó los detalles?
San Efrén ofrece una posible razón de por qué Jesús no nos dijo el día o el año exactos en un comentario sobre el Diatessaron que aparece en el Oficio de Lecturas durante el Adviento:
Para evitar que sus discípulos preguntaran la hora de su venida, Cristo dijo: "De aquella hora nadie sabe, ni los ángeles ni el Hijo. No les corresponde a ustedes saber los tiempos ni los momentos". Él ha mantenido ocultas esas cosas para que velemos, pensando cada uno que vendrá en nuestro propio día.
Si Jesús les hubiera dicho a sus discípulos que no volvería hasta dos mil años después podrían haber aflojado el paso y haber caído en la tentación de la pereza.
De manera similar, si supiéramos esa misma información, probablemente pospondríamos nuestra santidad hasta 2029.
Es bueno que no sepamos el día, la hora o el año en que se acabará el mundo. A Jesús le gusta mantenernos alerta, siempre listos para recibirle en nuestros corazones.