La liturgia requiere de ministros para su correcta celebración, y entre ellos encontramos al acólito. Pero, ¿es lo mismo que un monaguillo? ¿hay diferencias?
Servicio del altar
La Instrucción General del Misal Romano menciona qué es el acólito y lo que le corresponde hacer:
"El acólito es instituido para el servicio del altar y para ayudar al sacerdote y al diácono. Al él compete principalmente preparar el altar y los vasos sagrados y, si fuere necesario, distribuir a los fieles la Eucaristía, de la cual es ministro extraordinario".
Aunque se trata de un servicio pensado para los ministros ordenados, también un fiel laico puede desempeñarlo, de acuerdo con la instrucción Redemptoris Sacramentum:
"El fiel laico que es llamado para prestar una ayuda en las celebraciones litúrgicas, debe estar debidamente preparado y ser recomendable por su vida cristiana, fe, costumbres y su fidelidad hacia el Magisterio de la Iglesia".
Los monaguillos
La misma instrucción se refiere al servicio de los monaguillos:
"Es muy loable que se conserve la benemérita costumbre de que niños o jóvenes, denominados normalmente monaguillos, estén presentes y realicen un servicio junto al altar, como acólitos, y reciban una catequesis conveniente, adaptada a su capacidad, sobre esta tarea"
El documento destaca que esta cercanía ha motivado muchas vocaciones sacerdotales:
"No se puede olvidar que del conjunto de estos niños, a lo largo de los siglos, ha surgido un número considerable de ministros sagrados. Institúyanse y promuévanse asociaciones para ellos, en las que también participen y colaboren los padres, y con las cuales se proporcione a los monaguillos una atención pastoral eficaz".
Además, también se pueden admitir niñas y mujeres, ya que se trata de un abnegado servicio, pero queda a discreción del Obispo diocesano:
"A esta clase de servicio al altar pueden ser admitidas niñas o mujeres, según el juicio del Obispo diocesano y observando las normas establecidas"
Así es que, los laicos, hombres y mujeres debidamente preparados, pueden servir en el altar como acólitos, dando lugar especial a los niños para que, como monaguillos, vivan de cerca la Eucaristía.