La música estuvo omnipresente durante la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos, a veces denostada, a veces apreciada. De la ópera al rap, del electro a Edith Piaf, del pop de Aya Nakamura a la música clásica, la música desempeñó un papel importante en todas las escenas. Hubo un tiempo, sin embargo, en que la música no solo estaba destinada a acompañar los momentos estelares de los Juegos: era una disciplina en sí misma.
Aunque finalmente se suspendieron en 1949 por consejo del Comité Olímpico Internacional, un siglo después la música sigue desempeñando un papel fundamental en los Juegos.
Para los Juegos Olímpicos de París, la Iglesia católica quiso respetar este patrimonio musical, explica Gabriel Lefèvre, director de producción de Rejoyce y responsable del festival de música con los Holy Games a Aleteia Francia.
"La Iglesia en Francia quería estar en el corazón de los Juegos, con los que comparte los valores del olimpismo. Así que decidimos organizar un festival de música en la iglesia de la Madeleine, que es el lugar de encuentro espiritual de los atletas", explica.
Del 28 de julio al 9 de agosto se celebrará, en la iglesia de la Madeleine, este festival de música, compuesto por 14 conciertos de todos los géneros musicales. "Teníamos que ofrecer un programa variado en todos los estilos. Pop, música clásica, estilos más modernos… La idea es crear un equilibrio para unir a cristianos y no cristianos".
Los Juegos Olímpicos, una competencia para cuerpo y alma
"Me inspiró mucho el deseo de volver a situar la música en el centro de los Juegos. Creo que tiene mucho sentido si tenemos en cuenta que Pierre de Coubertin quería que la música se integrara en los acontecimientos", añade Gabriel Lefèvre.
Cuando se crearon los Juegos Olímpicos modernos en 1894, el católico francés Pierre de Coubertin se propuso crear una competencia similar a la de la Antigüedad, donde cuerpo y espíritu eran una misma cosa y debían trabajarse en un mismo movimiento.
"La literatura y las artes, armoniosamente combinadas con el deporte, garantizaban la grandeza de los Juegos Olímpicos".
Fue en Olimpia, donde se celebraron los primeros Juegos, donde tuvo lugar una competencia musical, más concretamente con el salpinx, un antiguo instrumento de viento griego. El objetivo del juego era soplar lo más fuerte posible. A partir de 1912, Pierre de Coubertin incluyó disciplinas artísticas como la escultura, pintura, literatura, arquitectura y… música.
"Ha llegado el momento de dar un nuevo paso y devolver a la Olimpiada su belleza original", declaró Pierre de Coubertin en Le Figaro en 1904.
"En la época del esplendor de Olimpia, la literatura y las artes, armoniosamente combinadas con el deporte, garantizaban la grandeza de los Juegos Olímpicos. Así debe ser en el futuro". Béla Bartok, Arthur Honegger, Maurice Ravel, Igor Stravinsky y Gabriel Fauré formaron el jurado de los Juegos Olímpicos de 1924, pero fueron incapaces de ponerse de acuerdo sobre un ganador.
"Rendiremos homenaje a todos estos compositores y a Pierre de Coubertin en el concierto del 4 de agosto", explica Gabriel Lefèvre. "Es una bonita manera de recordar que la música siempre ha estado estrechamente ligada a los Juegos".