El lunes 5 de agosto de 2024, el Papa Francisco asistió a la famosa lluvia de pétalos blancos que conmemora la "nevada", un milagro que la tradición remonta al año 358 y que, según se dice, fue el origen de la construcción de Santa María la Mayor. En esta basílica romana, donde el pontífice desea ser enterrado, el jefe de la Iglesia católica ofreció una catequesis sobre la "gracia" durante las Vísperas y pidió a la gente que rezara por la paz.
Fue una liturgia de lo más original a la que el Papa asistió a última hora de la tarde en Santa Maria Maggiore. En esta basílica, que ya ha visitado 115 veces desde su elección en 2013, los romanos conmemoran cada año el milagro de la nieve.
Según la leyenda, en la noche del 4 al 5 de agosto de 358, la Virgen María se apareció en sueños al Papa Liberio (352-366), pidiéndole que construyera una iglesia en su honor en un lugar que ella le había indicado milagrosamente. A la mañana siguiente, en pleno mes de agosto, la colina del Esquilino apareció cubierta de nieve, signo de la voluntad de Nuestra Señora.
Desde entonces, los fieles de Roma repiten este episodio cada 5 de agosto, signo de su gran devoción a la Virgen María. También esta vez, en el momento del Magnificat, una lluvia de pétalos de rosa descendió del artesonado de la basílica. Durante unos minutos, el Papa argentino pudo contemplar la cascada de blanco girando en el coro de la iglesia.
"La paz solo puede ser verdadera y duradera si nace de corazones arrepentidos y perdonados"
En su breve homilía, el Obispo de Roma se preguntó si la tradición de la "nevada" era meramente "folclórica" o tenía un "valor simbólico". Para el Papa, el hecho de que este milagro se repita cada año debe ayudar a los cristianos a comprender el misterio de la gracia. Se trata de una realidad que "une belleza y gratuidad", que "no se puede merecer" ni "comprar". "Solo se puede recibir como un don, y como tal es totalmente imprevisible, como una nevada en Roma en pleno verano".
En vísperas del Jubileo 2025, durante el cual se espera que varios centenares de miles de católicos acudan a rezar a Santa María la Mayor, el Papa, que ha venido "en vanguardia", quiso rezar especialmente por la paz. "La paz solo puede ser verdadera y duradera si nace de corazones arrepentidos y perdonados", dijo. Saliendo de sus apuntes, el Pontífice de 87 años insistió: "El perdón hace la paz".
Esta liturgia estival única, organizada este año excepcionalmente en presencia del Papa, fue presidida por Mons. Rolandas Madrickas, arcipreste coadjutor de esta gran basílica, cuya reestructuración económica ha pedido el Papa. El actual arcipreste, el cardenal polaco Stanislaw Rylko, acompañó al Papa en su entrada en la basílica y veneró el icono de María Salus Populi Romani, por el que el Papa Francisco siente una especial veneración.
Tras una última oración ante la Virgen, el Papa, en silla de ruedas, participó en un paseo. En particular, saludó calurosamente a una monja que había traducido la ceremonia al lenguaje de signos para un grupo de sordos.