Algunos no católicos asisten a Misa (a menudo se trata de una boda o un funeral) y se preguntan si pueden recibir también la Sagrada Comunión.
En algunas iglesias protestantes se invita a comulgar a todo el mundo, independientemente de su fe o su origen religioso.
Sin embargo, en la Iglesia católica existen normas muy específicas sobre quién puede recibir la Sagrada Comunión.
Directrices para la recepción de la Sagrada Comunión
En primer lugar, el Catecismo de la Iglesia Católica explica que los cristianos ortodoxos orientales pueden recibir la Sagrada Comunión en determinadas circunstancias:
"Las Iglesias orientales que no están en plena comunión con la Iglesia católica celebran la Eucaristía con gran amor. "Estas Iglesias, aunque separadas de nosotros, poseen verdaderos sacramentos, sobre todo -por sucesión apostólica- el sacerdocio y la Eucaristía, por lo que siguen unidas a nosotros en la más estrecha intimidad". Una cierta comunión in sacris, y por tanto en la Eucaristía, 'dadas las circunstancias adecuadas y la aprobación de la autoridad eclesiástica, no solo es posible, sino que se fomenta'".
En cambio, la recepción de la Sagrada Comunión por parte de los cristianos protestantes no es posible en ninguna circunstancia:
"Las comunidades eclesiales derivadas de la Reforma y separadas de la Iglesia católica, 'no han conservado la realidad propia del misterio eucarístico en su plenitud, especialmente por la ausencia del sacramento del Orden'. Por esta razón, la intercomunión eucarística con estas comunidades no es posible para la Iglesia católica. Sin embargo, estas comunidades eclesiales, 'cuando conmemoran la muerte y resurrección del Señor en la Santa Cena… profesan que esta significa la vida en comunión con Cristo y esperan su venida en la gloria'"
Católicos que no pueden comulgar
También es importante señalar que algunos católicos no pueden recibir la Sagrada Comunión. Esto incluye a cualquier católico que es consciente de pecado grave y mortal y no ha recibido el sacramento de la confesión.
Todos nosotros caeremos en esa categoría en algún momento de nuestras vidas, ya que no somos la Santísima Virgen María, preservada de toda mancha de pecado.
La principal conclusión es que la Sagrada Comunión no es algo a lo que podamos "aferrarnos", sino un "don" que han de recibir quienes estén preparados para recibirlo.