El pasado jueves 25 de mayo, tras de que el obispo de la diócesis de Matagalpa, Rolando Álvarez, denunciara un acoso de la policía nicaragüense tanto a él como a su familia, dio un paso inusitado: se declaró en huelga de hambre hasta que cesaran las persecuciones y se garantizara la seguridad de su familia.
“Fui a preguntarle a los oficiales de la policía por qué me persiguen, y me han informado que es por mi propia seguridad. Pero sabemos que en este país la inseguridad viene precisamente de la policía; ellos eran los únicos que me estaban haciendo sentir inseguro”, explicó en su momento el obispo Álvarez.
Y a raíz de esa respuesta, el obispo de Matagalpa y administrador de la diócesis de Estelí comenzó un ayuno de agua y suero hasta que la policía, únicamente a través del presidente o el vicepresidente de la conferencia episcopal "le informen que ellos van a comenzar a respetar la privacidad de su círculo familiar”.
Solidaridad nacional e internacional
La difusión de la noticia en medios católicos como Aleteia (el obispo de Matagalpa es el encargado de las Comunicaciones Sociales de la la Conferencia Episcopal de Nicaragua) así como por el apoyo de las conferencias episcopales de Costa Rica y Panamá y del CELAM, fueron decisivos para que el régimen de Daniel Ortega aflojara un poco la persecución del obispo Álvarez y de su familia.
Mediante un comunicado de prensa de los obispos, leído por el cardenal y arzobispo de Managua, Leopoldo José Brenes, manifestaron su apoyo al obispo Álvarez: “Como Iglesia fiel a nuestra misión cristiana, estaremos siempre dispuestos a contribuir al bien común, la reconciliación y la fraternidad de los nicaragüenses”.
Acorde a este comunicado, el pasado domingo, en la Catedral de San Pedro Apóstol de Matagalpa, el obispo Álvarez recordó a sus feligreses y a Nicaragua en su conjunto que “es importante la humildad social, matrimonial, comunitaria y la cultura del respeto, el respeto a las diferencias asimismo es importante el perdón… Cristo desde la cruz nos enseña el perdón”.
Agradecimiento y misión de la Iglesia
Antes de la homilía, el prelado dio las gracias por las oraciones y el afecto que le mostraron los fieles durante su huelga de hambre y, al mismo tiempo, reconoció el papel fundamental que tienen los medios –especialmente los medios católicos—en la escucha del pueblo y de los problemas por los que atraviesa la Iglesia de Nicaragua (con motivo de la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales).
Mediante un poderoso mensaje, el obispo de Matagalpa –reconociendo que se viven tiempos difíciles en Nicaragua—insistió en la “necesidad de perdonar para no tener deudas con nadie y si hay deudas que sea la deuda del amor y del perdón, para así entrar en perdón de Dios que en la Cruz enseña: ‘Padre Perdónalos porque no saben lo que hacen’, si guardamos esto vamos a experimentar la unidad que Cristo hoy nos pide, la vamos a experimentar en la vida familiar, en el matrimonio, en Nicaragua y en la Iglesia”.
Más aún, en un país profundamente dividido desde que comenzaron las protestas contra el régimen de Daniel Ortega en abril de 2018, el obispo Álvarez insistió en la unidad. Reiteró que las consecuencias de la división son las guerras, los odios, los conflictos de toda clase entre unos y otros, recordamos las palabras del Papa Pablo Vl: ‘Para la Iglesia nadie está alejado, nadie está excluido'”.
Nadie tiene más derechos
Finalmente, dijo: “Así como en la familia debe reinar el amor, así debe ser en Nicaragua (…) ninguno debe tener más derechos que otros pues todos somos unos en Cristo Jesús, el único modo que una familia, que una sociedad crezca es la cultura del encuentro, del reencuentro, en la que todo mundo tiene algo bueno que aportar… Solamente así, saldremos adelante, ¡ánimo, Nicaragua!”.