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No creía en Medjugorje y encontró un lugar de milagros

Ingrid con el matrimonio canadiense propietario del Castillo en Medjugorje.

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Jesús V. Picón - publicado el 28/08/22
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Ingrid refleja en su rostro una luz especial. Algo le sucedió en su visita a Medjugorje. Sus ojos fueron testigos de milagros y conversiones que tocaron su alma.

Ingrid Basaldúa Guzmán tiene 26 años y es mexicana, recién casada. Tuvo que vivir por unas semanas en Medjugorje. Aquella experiencia le cambió la vida. Aún en sus palabras denota sorpresa ante lo que vivió y experimentó ante la Virgen de la Paz. Llegó sin creer y se fue con la certeza de que ahí suceden milagros inexplicables y sobrenaturales.

-Ingrid, platícanos de tu experiencia en Medjugorje.

Llegué por obra de la Providencia el 25 de junio pasado. Este año fui por primera vez a Medjugorje y en total fui dos veces. La primera vez fui el 18 de junio y me sentí tan enamorada del lugar, que terminé quedándome una semana. Después regresé por tiempo indefinido y hace apenas unos días regresé a Alemania.

A Medjugorje llegué porque me casé y estaba en el proceso legal para poder estar en Alemania. Tuve que salir de Alemania porque aún no llegaban mis papeles de residencia legal y mi única alternativa era pasar un tiempo de espera en un territorio neutral.

Lo único que sabía de Medjugorje eran dos cosas: que se aparecía la Virgen y que había videntes que recibían los mensajes de la Virgen.

De hecho, muchos de mis amigos se ríen porque yo pensaba que Medjugorje estaba en Tierra Santa.

Por muchas circunstancias de la vida y por una cadena de milagros la Virgen me fue guiando y empecé a tener muchas ganas de ir. Todas las circunstancias se empezaron a poner en orden para llevarme ahí.

Después de salir del espacio Schengen me fui a vivir a Croacia, pues tenía que quedarme a vivir sola porque mi esposo se tenía que regresar a trabajar a Alemania.

Entonces, unas amigas me dijeron que me dirigiera a Medjugorje y mi esposo me dijo que no me podía ir a ningún lado si no sabíamos si era seguro. Mi esposo es el instrumento del que se ha valido la Virgen para llevarme a Medjugorje. Sin él yo no hubiera vivido todos los milagros tan grandes que viví ahí. Puedo decir que mi esposo ha sido las manos extendidas de la Virgen para mi fe y mi conversión. Porque él fue el que me dijo que fuéramos a Medjugorje antes de que él se fuera y me quedara sola. Fuimos, pero no sabíamos qué esperar, porque no sabíamos nada de ahí.

La palabra videntes y apariciones juntas no suenan tan bien. Éramos muy ignorantes y no sabíamos nada.

De primer momento, cuando llegas, la presencia de la Santísima Virgen y de Jesucristo es muy fuerte. Con un fin de semana yo terminé completamente enamorada, sentí la presencia muy grande de María.

Yo no me quería ir y mi esposo me dijo que me prometía que pronto me volvería a llevar. Él se tenía que ir y me dijo: ¿Qué prefieres, quedarte sola en Croacia o en Medjugorje? Yo dije que en Medjugorje y me preparó todo para irme mientras esperaba que se resolviera mi proceso para estar de forma legal en Alemania. Tengo al mejor esposo.

También pensamos que era una gran prueba para nuestro matrimonio y nos iba a exigir mucho, porque teníamos que trabajar en equipo.

-Llegaste a Medjugorje justo en una celebración muy especial.

Sí. Yo llegué el 25 de junio, al día siguiente de la celebración del aniversario de los 41 años de las apariciones, después de que miles de peregrinos estuvieron ahí. Ahí empezó mi caminar en Medjugorje.

Cuando llegué estaba completamente sola porque no conocía a nadie y todos los días iba a rezar a la Montaña de las Apariciones. Un día, por obra de la Providencia de Dios, un amigo que vive en otra parte del mundo, me preguntó por mensaje de texto que si seguía ahí, porque él tenía una amiga que también estaba en Medjugorje.

Entonces, le escribí a esta chica, nos hicimos casi hermanas y la amo mucho desde entonces. Ella me dijo que sí, por mensaje de texto y que fuera con ella, que estaba sirviendo en El Castillo de Patrick y Nancy. Entonces fui, pero yo no conocía el castillo.

-¿Quiénes eran ellos Patrick y Nancy?

Patrick y Nancy son canadienses y tienen uno de los testimonios más impresionantes de Medjugorje. Miles de peregrinos los visitan cada semana y ellos son un ejemplo de lo que es Medjugorje. Aproximadamente van mil personas al día a escuchar su testimonio.

Ellos eran millonarios y por medio de un mensaje de la Virgen, Patrick se convirtió y él, a su vez, convirtió a Nancy y hoy son los vecinos de la Virgen de Medjugorje.

Lo dejaron todo y construyeron ese castillo que es una casa de retiros para sacerdotes y consagrados. Siento en mi corazón que un día van a ser santos.

Tienen 30 años viviendo ahí y no cobran, todo es por la Providencia. Cuando llegué al castillo escuché el testimonio de Patrick junto a 400 polacos y después de todo el bullicio me fui a rezar a una de las capillas y estaba sola.

De repente entró una peregrinación como de diez americanos y, de pronto, entraron Nancy y Patrick a dar su testimonio y fue casi como un VIP. Al final yo me acerqué a Patrick para agradecerle y le dije que era de México y me dijo: “Ven, vamos a tomarnos una limonada”.

Con mucha pena fui a la cocina en donde miles de peregrinos han comido y, cuando entré, vi a Nancy haciendo la comida y pregunté en qué podía ayudar.

Le conté a Patrick de mi situación y comimos todos juntos.

En el castillo hay un programa para los jóvenes que quieren vivir en Medjugorje dando servicio en el castillo y ser laicos comprometidos por la Iglesia.

En ese programa, chicos de todo el mundo aplican y viven por un año, dos años, meses... y yo no lo sabía. Entonces, muchos chicos estaban desde antes y hasta el festival que se realizaría días después.

Con Patrick y Nancy me quedé a vivir todo un día y me sentí en familia. Me sentí con ganas de quedarme, pero evidentemente no les iba a decir nada de mi vida porque no me conocían. Me llevaron a mi hotel hasta la noche y como me encantó lo que viví ese día, al día siguiente regresé temprano al castillo. Yo ignoraba los grandes milagros del castillo, es un lugar muy hermoso. Puedo decir que, inclusive, la Santísima Virgen se ha aparecido en el castillo. Es un lugar santo.

Medjugorje te convierte en un católico como debe de ser. Ese es el mensaje de la Virgen: Sean católicos de verdad; vayan a misa, confiésense; lean el evangelio, recen el rosario, hagan ayuno; nada fuera del mundo.

Estando en el castillo, Nancy me invitó a quedarme.

-¿Entonces fuiste a cancelar tu habitación al hotel?

Sí. Ellos me preguntaron qué cuánto estaba pagando en el hotel, les dije la cantidad y me dijeron que no, que me fuera a quedar con ellos.

Le marqué a mi esposo para contarle y él tampoco lo podía creer, porque nadie hace eso por ti y menos en el momento por el que él y yo estábamos pasando.

Entonces, de pasar mis días en los que tenía que despertarme, desayunar y guardar panes para no gastar en la comida y tomar agua de la iglesia para no gastar dinero, me fui a un castillo en el que me dieron todo.

-¿Entonces tuviste que pasar tus primeros días haciendo una especie de ayuno?

Sí. Pero el hecho de que me recibieran en el castillo fue un regalo para mi esposo y para mí; fueron los brazos extendidos de María.

- ¿Ya en el castillo te dieron todo?

Sí, y también amor. Ellos son como mis padres adoptivos y yo estoy dispuesta a hacer algo por ellos. En el castillo yo empecé a entender Medjugorje. Ningún libro me puede haber enseñado lo que aprendí en el castillo: tratar de vivir todos los días como un católico de verdad. La vida de trabajo y oración, el recogimiento, el servicio completo y la oración a la Virgen.

Las apariciones

Prácticamente a la semana de que llegué, me invitaron a ir a una aparición y ahí empecé a entender qué son las apariciones.

La realidad de la Virgen, la realidad de los videntes, la realidad de Medjugorje que es algo grande y hermoso que no logramos entender.

- ¿Podrías decir que no creías en Medjugorje?

Así es. No creía, sino hasta que viví todas las cosas impresionantes, inclusive dentro de mí misma.

Yo sentí que llegué católica y me convertí en Medjugorje y la conversión es todos los días, es una decisión de todos los días. Ahora puedo decir que creo y que las apariciones son ciertas, así como la cantidad de conversiones. Inclusive, yo invito a la gente a que vaya.

Nos tenemos que convertir y compartir los mensajes de la Virgen, para que verdaderamente vivamos como dice Jesucristo. Desde mi conversión interior. encontré el perdón que no sabía que necesitaba.

- ¿Qué te tenías que perdonar?

Pues a veces las cosas que uno no confiesa. En Medjugorje uno encuentra que tiene que vaciarse de todos los pecados, confesar todo para que puedan entrar las gracias de Dios por medio de la Virgen.

-¿Viviste un festival, algo como una mini Jornada Mundial de la Juventud?

Durante el tiempo que estuve en el castillo entendiendo Medjugorje, me tocó vivir la experiencia del Festival de la Juventud Mladifest.

Yo no tenía una fecha de regreso a Alemania, no tenía un boleto de regreso. Entonces, los días pasaren y empecé a sentir en mi corazón que la Virgen me daría la oportunidad de vivir el festival número 33.

Montaña de sacrificio

El número 33 es especial para Medjugorje, porque hay una cruz muy importante que está en la Montaña de Cruz y, esa cruz, ha sido un medio importante para la santidad de Medjugorje. La montaña tiene piedras que son puros picos y la gente la sube descalza. Es una montaña de sacrificio.

Esa montaña la construyó todo el pueblo en 1933, mucho antes de las apariciones, para celebrar el nacimiento de Cristo y este fue el Mladifest 33.

En esa cruz se tienen documentados miles de milagros desde antes de las apariciones, porque dentro de esa cruz está un pedazo de la Cruz de Jesucristo donde murió.

- ¿Cómo podrías describir la experiencia del festival?

Todos hablaban del festival, un festival que inició hace 33 años de la mano del padre Slavko, un sacerdote que está en proceso de beatificación.

Pues fue una de las piezas clave para llevar el mensaje al mundo y, además, acompañó a los videntes desde que eran niños.

El 5 de agosto

Entonces, por medio del padre Slavko inició este festival de la juventud, un festival de una semana que termina el 5 de agosto y el 5 de agosto, así lo reveló la Virgen a los videntes, es el cumpleaños de la Santísima Virgen. 

El festival es impresionante porque viene gente de todo el mundo y, para que te des una idea, hay gente de Arabia, Irak, Corea, Japón, África y toda América está ahí. Eran miles, tan solo en el primer día habían 50 mil participantes. Es como una Jornada Mundial de la Juventud.

-¿Qué actividades realizan?

Las actividades se inician con un rosario en la Montaña de las Apariciones, donde por primera vez los niños vieron a la Santísima Virgen, y concluye con una misa en la Montaña de la Cruz. Durante la semana vivimos un programa de seis horas en donde hay catecismo, testimonio y oración.

También hay tiempo libre, para después, por la tarde, hacer el rosario, ir a la santa misa, a la adoración y oración de sanación o exaltación de la cruz. En conclusión, tenemos un programa de oración, de testimonios, de convivencia.

Realmente es una experiencia muy personal, porque al final del día se siente que todos estamos bajo el manto de la Virgen.

Lo padre es que lo pude vivir con mi esposo, por que llegó él después para estar conmigo y ya no estaba sola, él también pudo ir y vivir la experiencia.

Durante las misas tenemos sacerdotes de todo el mundo que celebran la misa y cierran con una misión. Además, tenemos las palabras del Nuncio Apostólico y un mensaje enviado por el Papa Francisco, que nos invita a seguir el ejemplo de María.

-¿Cómo fue dejar Medjugorje y el Castillo?

Fue una experiencia sobrenatural y divina. Nunca pensé que yo iba a poder experimentar eso. Todavía no alcanzo a entender lo grande que viví.

Dejar Medjugorje me marcó demasiado, le perdí muchísimo el sentido al mundo, pues hay cosas que ya no tolero y siento un cambio radical en mi persona, en mis ganas de vivir hacia Dios. Tengo que hablar de la Virgen, no puedo callar esos milagros.

Regresé de una manera totalmente radical y, como dice la Virgen, debo esforzarme para poder llegar a Jesucristo. Siento que es lo único que importa, pero estoy feliz de vivir este regalo que no merecía y sé que voy a regresar.

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