El libro del Apocalipsis dice: "Conozco tus obras, tu fatiga, tu perseverancia… pero tengo contra ti que has abandonado tu amor primero" (cf. Ap 2, 2-4). Cuántas veces en nuestra vida, matrimonio y familia actuamos invadidos por la prisa y las actividades pendientes. Muchas de estas cosas las hacemos por los que amamos, y son buenas; pero nos van desgastando y podemos perder de vista lo importante: el amor.
Es importante recordar que a lo largo de toda la vida matrimonial deben estar presentes, en adecuada proporción, estos tres ingredientes: sentimiento, razón y voluntad.
1sentimiento
Nos casamos porque estamos muy a gusto juntos, apreciamos la compañía del otro, su presencia, su cariño… Porque la mera existencia del otro nos hace arder el corazón y exclamar ¡qué bien se está aquí!
2razón
En el pasado, la utilizamos cuando necesitamos valorar si nuestra relación tenía sentido, y concluimos que sí, que la tenía y la sigue teniendo; también para saber que coincidimos en lo que para cada uno es más importante, para respetar aquello que no compartimos pero que es importante para el otro. Nos ayuda a ver que tiene sentido compartir un proyecto de vida en el amor, a ver que no tenemos que dejar de ser nosotros mismos y que la vida juntos saca de cada uno muchas cosas buenas.
3voluntad
Y, desde la libertad, hemos elegido (voluntad) tanto a la persona como el tipo de relación en la que queremos vivir nuestro amor (te elijo a ti, y elijo vivir contigo un amor matrimonial, es decir, para siempre, fiel, fecundo).
En lo bueno y en lo malo
En nuestra relación habrá muchos momentos en los que nos sentiremos muy a gusto. Esos días no hace falta que nadie nos recuerde por qué nos hemos casado: lo estamos viviendo y experimentando felizmente.
Pero también habrá momentos de cansancio y desencuentro en los que puede instalarse entre los dos cierta distancia. No necesariamente porque nos pase algo o acontezcan situaciones como una discusión seria o una pelea, también puede ser:
- Porque lo que hacemos en el día a día nos ocupa toda la atención
- Porque hacemos las cosas con la mejor intención para cuidar y agradar a nuestra familia, pero nos absorbemos en algo concreto y nos despistamos y aislamos, sin compartirlo
- Porque sin darnos cuenta hemos ido dando algunos pasos en direcciones distintas
Cuando esto pasa, uno puede sentirse triste, enfadado o frío.
Los sentimientos nos hablan, son una pista de lo que estamos viviendo. Es bueno pararse a descifrar lo que nos están indicando: tal vez, nos dicen "has abandonado tu amor primero".
Si pasa, no hay que asustarse
No está todo perdido, no es necesario entrar en pánico, pero sí tomar nota y medidas para que ese amor primero vuelva a arder en nuestro corazón. Recolocar lo que nos haya distanciado, echar leña al fuego del amor, recuperar los gestos de cariño.
Como decía Nacho Cano en "Vivimos siempre juntos":
Llenamos el caldero de risas y saleros, con trajes de caricias rellenamos el ropero"
Todo esto para volver a experimentar la felicidad de compartir una vida de amor juntos, en la que: "De ningún modo hay que resignarse a una curva descendente, a un deterioro inevitable, a una soportable mediocridad".