Ucrania es una tierra cristiana, compuesta por un 70 % de ortodoxos, un 15 % de católicos y un 5 % de protestantes, a pesar de las persecuciones religiosas orquestadas en la Unión Soviética desde 1928 hasta 1991.
El territorio de la actual Ucrania dio a luz a muchos santos y mártires, cuya invocación hoy puede resultar de gran ayuda.
De hecho, no hay duda de que son sensibles al destino de los ucranianos y de todos sus hermanos. Católicos u ortodoxos, son reconocidos como santos o bendecidos por la Iglesia católica.
SAN VLADIMIR DE KYIV
Príncipe de Kyiv en el siglo XI, Vladimir fue un asesino antes de convertirse en santo. Ansioso por llevar la corona, mató a su propio hermano para ascender al trono.
Los búlgaros, los jázaros, los alemanes y los bizantinos, en representación de las cuatro religiones involucradas -el islam, el judaísmo, el cristianismo latino y el cristianismo bizantino- solicitaron su alianza.
La tradición dice que el príncipe envió embajadores para recopilar más información sobre estas religiones.
Se le informó que el islam de los búlgaros respiraba tristeza, los servicios latinos de los alemanes carecían de belleza.
En cambio, en Constantinopla, el esplendor de la liturgia, el incienso proyectado hacia el cielo, el oro de los iconos y los himnos transportaron con entusiasmo a los enviados del príncipe.
Entonces Vladimir fue bautizado en el Dnieper, en 988 y recibió a una princesa bizantina como esposa.
Evangelizó a su pueblo, destruyó templos paganos y construyó iglesias. Vladimir murió en 1015 y fue canonizado a mediados del siglo XIII. Lo consideran santo tanto la Iglesia católica como la ortodoxa.
SANTA OLGA
Princesa de Kyiv, es abuela de san Vladimir, fallecida en 969. Tras el asesinato de su marido, ejerció la regencia.
Pidió el bautismo en Constantinopla en 945 y tomó el nombre de Helena. Es la primera princesa cristiana conocida en Rusia.
SAN ANTONIO DE KYIV
También llamado san Antonio de las Grutas, fue un ermitaño del siglo XI. Después de pasar por el Monte Athos, se instaló en las cuevas de Berestovo.
Tras muchas aventuras, fundó el monasterio de Lavra de las cuevas de Kyiv (Perchersky) y animó a su discípulo san Teodosio a seguir la Regla del Studion de san Efrén en Constantinopla.
Obtuvo del príncipe Iziaslav toda la colina que domina las cuevas, convirtiéndolo en el patriarca de todos los monjes de Rusia.
San Teodosio, pero también san Efrén de Kyiv y otros ortodoxos ucranianos fueron sus compañeros. Son reconocidos como santos por la Iglesia católica y por la ortodoxa.
SAN JOSAFAT KUNTSEVYCH
Este obispo basiliano fue martirizado en Vitebak en 1623. En su adolescencia, fue testigo de la adhesión de parte de la Iglesia ucraniana a Roma (Unión de Brest, 1596) para formar la Iglesia católica griega.
A la edad de veinte años ingresó en el monasterio de la Santísima Trinidad en Vilnius, entonces en el reino polaco-lituano, en un monasterio de la orden basiliana y tomó el nombre de Josafat. A los treinta, se convirtió en uno de sus superiores.
Desgarrado por esta separación entre católicos romanos y ortodoxos, se dedicó a la causa de la unidad.
Nombrado obispo de Polock en 1617, se encontró en una región donde se exacerbaban los antagonismos.
Durante un motín provocado por fundamentalistas ortodoxos fue linchado y arrojado al río, mártir por su apego a la Iglesia romana. Fue canonizado el 29 de junio de 1867 en el Vaticano.
LOS 25 MÁRTIRES DE UCRANIA
25 beatos mártires ucranianos víctimas de la persecución religiosa llevada a cabo por la República Socialista Soviética de Ucrania contra la Iglesia greco-católica fallecieron entre 1935 y 1973.
Tras el final de la Segunda Guerra Mundial, en 1946, Stalin vinculó la Iglesia greco-católica rutena a la Iglesia ortodoxa de Rusia, que a su vez estaba bajo el control del Partido Comunista.
Entre estos mártires, muchos murieron para permanecer fieles a la tradición católica y al Papa.
Todas las comunidades católicas que no se ligaron al patriarcado ortodoxo quedaron fuera de la ley.
La causa de beatificación y canonización de los 25 mártires la presentó y la dirigió la diócesis greco-católica de Lviv. San Juan Pablo II los beatificó el 27 de junio de 2001 durante su viaje a Ucrania.