Las JMJ comenzaron en 1986, y desde entonces, jóvenes peregrinos de todo el mundo se reúnen para encontrarse con el Papa y con otros jóvenes que, al igual que ellos, están deseosos de expresar su fe «haciendo lío».
Después de tantos años y ahora en la espera de la JMJ en Seúl, ¿qué frutos han dejado estos encuentros en los jóvenes que han asistido?, ¿cómo es su vida ahora que son adultos? Aleteia entrevistó a dos experegrinos mexicanos para conocer y compartir sus testimonios.
Lupita DelgadilloSydney 2008, Madrid 2011 y Cracovia 2016
Es posible lo que Cristo dijo sobre ir por el mundo a predicar el Evangelio.
Lupita creció en una familia católica y siempre estuvo cercana a la iglesia, participando en grupos y buscando formación. A los 19 años, estudiando comunicación en la universidad, surgió la posibilidad de ir a Sydney.
«Fue vivir una alegría que está fuera de lo que el mundo te ofrece; de todo lo que nos aleja de nuestro sentido de vida, que es el Amor. Yo pensaba “¡Wow! Es posible lo que Cristo dijo sobre ir por el mundo a predicar el Evangelio. Estos son los frutos de esas evangelizaciones».
JMJ Madrid
En 2011 Lupita vivió su segunda JMJ, ahora en Madrid. Este encuentro fue una oportunidad más para continuar haciendo amistades en Cristo que, hasta la fecha, conserva.
«En Madrid nos tocó nuevamente estar con el Papa Benedicto, con las porras y el entusiasmo. Ver al Papa al que muchos consideraban serio o muy duro alegrándose con los jóvenes y transmitiendo emoción y alegría; ver que él se dejaba contagiar por nosotros y nosotros por él. Fue inspirador ver que a pesar de su edad, también estaba ahí para renovar la fe».
Sobre la vigilia del último día, cuando cayó una tormenta muy fuerte sobre Madrid y el Papa permaneció con los jóvenes a pesar del temporal, Lupita platica que Benedicto estaba ahí, «dando ese testimonio de Cristo a pesar de todo. Muchas veces en nuestra vida hay lluvia que nos disipa, pero también momentos de encuentro, de fe».
JMJ Cracovia
Durante su primera JMJ, Lupita nunca imaginó que años después Dios la llamaría de regreso, pero en esta nueva ocasión, para prestar su servicio profesional como comunicadora.
«Se me pone la piel chinita de acordarme. Es un honor servirle al Señor; un honor que a pesar del tiempo, de las pruebas, de nuestro trayecto o errores, Él siga sacando frutos y nos siga amando. Nunca me lo imaginé, fue una gracia de Dios».
Ahora Lupita es mamá de tres pequeños y enfrenta el gran reto de educarlos en la fe, desde su propio testimonio:
«En las jornadas empiezas a experimentar la fe; ahora quizá ya no es tan emocionante, no sales de viaje para el encuentro, pero queda el desafío de santificar todo lo que hacemos, por más pequeño que parezca. Por ahora hay que evangelizar en la familia, ellos son los futuros cristianos».
Manuel KastenCracovia 2016
Nuestro servicio, mientras más anónimo, más satisfactorio es.
Manu es un músico católico que llegó a Cracovia después de varias experiencias de misión y de evangelización a través de la música en diferentes países. Su grupo se inscribió para tocar en la JMJ del 2016 y, al ser aceptados, comenzaron con una serie de casi 30 conciertos en parroquias de su ciudad para financiar su viaje.
Durante la JMJ tuvieron dos conciertos. El primero de ellos fue en un pueblo cerca de Cracovia en donde el ritmo latino de su música atrajo a muchas personas.
Dios agradece nuestro servicio
El segundo concierto –que para ellos era el más importante porque era en Cracovia, dentro de la JMJ– fue muy diferente. Debido al horario y la ubicación que les asignaron, solo tocaron para cinco personas.
«Imagínate gastar todo ese dinero, meterle todo ese esfuerzo durante año y medio para que el concierto oficial sea a la hora de la comida y haya solo cinco personas. En el momento fue coraje, casi lágrimas. Fue una gran desilusión».
Sin embargo, esta experiencia que —técnicamente— no fue perfecta, trajo una lección que cada vez cobra más sentido en su vida, sobre todo en su trabajo que le permite seguir poniendo sus talentos al servicio de la evangelización.
«Esa experiencia me ayudó mucho a entender que nuestro servicio, mientras más anónimo, o mientras menos pretensión tengamos de que sea reconocido, más satisfactorio es. Si llegas a miles o a poquitos, no importa».
«Para mí es un mensaje de agradecimiento de Dios. Gracias porque no condicionas tu servicio, porque no te condicionas a que te ponga un público grande o pequeño, porque no te condicionas a que te de un gran reconocimiento. O sea, me permite servirle; me llama a servirle y me agradece».
¿No asististe a la JMJ?
Ante el conocimiento de que muchos jóvenes quizá se quedaron con la ilusión de asistir a la jornada de este año, Manuel está seguro de que la gracia del evento llegará a toda la Iglesia; hayan asistido o no.
«El Papa Juan Pablo II visitó la comunidad de Taizé y dijo lo siguiente, que aplica para las JMJ también: “Es como una fuente de agua fresca en el camino. Te detienes, te refrescas, descansas y continúas”.
Este tipo de experiencias son ideales, son hermosas; te llenas, recargas las pilas, conoces un montón de gente que comparte tu fe, tus ideales. ¡Es la alegría absoluta! Pero no se trata de quedarte en esa sensación».
«Si ahora no te toca ir a la JMJ, tranquilo. ¿Por qué? Porque la frescura del agua de esa fuente va a llegar a ti a través de quien sí fue, a través de testimonios, a través de la gracia del Espíritu Santo, porque todos somos Iglesia. Tú, en tu casa, y el que está en Portugal estamos juntos; entonces, lo que las personas vivan allá nos va a enriquecer a nosotros espiritualmente y lo que nosotros hagamos acá les va a enriquecer a ellos».