Nuestro Señor Jesucristo sabía perfectamente que el género humano, debilitado por el pecado original, después de recibir la gracia del Bautismo volvería a pecar; por eso, quiso dejar el sacramento de la confesión, que también es conocido como penitencia o reconciliación.
Este fue su mandato:
"Reciban el Espíritu Santo. Aquellos cuyos pecados sean olvidados, les serán olvidados y aquellos cuyos pecados les sean retenidos, les serán retenidos”
Los santos lo saben, por eso, descubre qué pensaban estos nueve hombres y mujeres virtuosos de tan grande sacramento.