San Pablo, que perseguía a los cristianos, fue derribado por Dios en el camino a Damasco. Su conversión empezó en ese momento, y culminó al recibir el bautismo de manos de un judío converso llamado Ananías, a quien Dios llamó para buscar a Saulo. El lugar exacto de su conversión se menciona los Hechos de los Apóstoles (9, 1-18).
En Damasco, Siria, llega a casa de Judas, ubicada en la "Calle Recta", donde lo encuentra Ananías, quien le devuelve la vista. Hoy se puede ver aún la calle, aunque, ciertamente, ha cambiado mucho.
Sin embargo, sigue siendo un sitio donde se detienen los peregrinos que siguen las huellas de san Pablo.