Casi un año después de su exilio, el llamamiento del obispo Louis Sako a no olvidar a los cristianos de Irak sigue siendo el mismo. El Patriarca de la Iglesia caldea sigue exiliado en el Kurdistán tras verse obligado a abandonar Bagdad. El gobierno iraquí revocó el decreto que reconocía legalmente su cargo, perdiendo así no solo su inmunidad, sino también su capacidad para administrar los bienes de la Iglesia caldea.
Actualmente residente en Erbil (Kurdistán iraquí), en el seminario patriarcal de san Pedro, el arzobispo Sako sigue de cerca los asuntos de su Iglesia, incluso desde la distancia. "Intento mantener la unidad manteniéndome en contacto con los sacerdotes y el obispo auxiliar de Bagdad, por correo electrónico o por teléfono. Pero, por supuesto, la presencia física es muy importante, y cuando falta, es más difícil para los fieles. Tengo el deber de protegerlos", declaró a Aleteia en la sede de Œuvre d'Orient el 6 de febrero.
El Patriarca Sako había expresado su desaprobación por la ocupación de escaños parlamentarios por musulmanes, a pesar de estar reservados por ley a las minorías. También se había opuesto al dominio de la Brigada de Babilonia, una milicia que se dice cristiana pero está afiliada a los Guardianes de la Revolución Islámica de Irán, que pretende desbancar al Patriarcado caldeo para asumir el papel de representante de los cristianos en el país.
Los cristianos iraquíes, en peligro de desaparición
En Erbil, el arzobispo Sako visitó seminarios y comunidades cristianas y celebró Misas. Critica abiertamente la decisión del gobierno de revocar el decreto. "Todo es completamente ilegal. El Presidente revocó este decreto desafiando la Constitución, y desafiando toda una tradición que se remonta a la dinastía abasí: siempre ha existido un texto que reconoce la autoridad del patriarca sobre la comunidad cristiana, que le convierte en administrador de los bienes de la Iglesia", insiste, antes de condenar con firmeza los intentos del movimiento babilónico de desestabilizar el patriarcado caldeo. "Esta milicia, que se autodenomina cristiana pero que no tiene nada en común con el cristianismo, ejerce una influencia sin precedentes sobre el gobierno", denuncia el patriarca. "Han colocado a miembros de su movimiento en el entorno del Presidente y del Primer Ministro", prosiguió el Patriarca.
La milicia de Babilonia, apoyada por Teherán, hace de todo menos representar a los cristianos. Al contrario, afirma el arzobispo Sako, ejerce una opresión creciente sobre ellos, que se traduce, en particular, en expropiaciones en la llanura de Nínive, donde vive la mayoría de los cristianos iraquíes.
La presencia de cristianos iraquíes ya se ha reducido considerablemente desde el paso de Daesh. Solo una minoría de ellos, desangrada, intenta permanecer en esta tierra en la que viven desde hace miles de años. Aunque el reinado del Estado Islámico ha terminado, el peligro de desaparición de los cristianos iraquíes está lejos de ser un mal recuerdo, afirma el arzobispo Sako.
"Hay grandes temores por el futuro. Cientos de familias han abandonado la llanura de Nínive en busca de un refugio estable y de la oportunidad de educar a sus hijos. Aunque haya vuelto la paz como tal, estos cristianos no van a volver".
500 mil cristianos siguen viviendo en Irak, y un millón de ellos se han marchado desde 2014, según el patriarca. Los que se quedan son en general muy pobres y viven en constante inseguridad, entre otras cosas por la persecución de los musulmanes.
Un apoyo occidental debilitado
El arzobispo Sako no se desarma: aunque explica que está siendo paciente, se niega a ceder y ya planea regresar a Bagdad. "He emprendido acciones legales para demostrar la ilegalidad de la revocación del decreto", afirma. De momento, el patriarca espera a que finalice el mandato presidencial (cuatro años, nota de la redacción), en 2026, y confía en que pueda publicarse un nuevo decreto que reconozca sus poderes.
Si los cristianos de Oriente desaparecen, el cristianismo dejará de tener raíces. Esta presencia es simbólica y testimonia una fuerte vocación, la de proponer una vía distinta del Islam".
"Mientras que los cristianos de Oriente se han apoyado hasta ahora en Occidente, éste se enfrenta ahora al olvido de sus raíces", critica monseñor Sako. "Occidente ha perdido sus valores cristianos, que le llevaron a apoyar a los cristianos perseguidos de Oriente. Si se deja atrás a Dios, ¿qué queda? Dinero, egoísmo y placer. Este individualismo conduce a la indiferencia. Si los cristianos de Oriente desaparecen, el cristianismo dejará de tener raíces. Esta presencia es simbólica y testimonia una fuerte vocación, la de proponer un camino distinto del Islam".
En esta Cuaresma, monseñor Sako invita a los cristianos de Occidente a "no olvidar a sus hermanos de Oriente, que están sumidos en la confusión". Y recuerda que la Cuaresma es ante todo un "tiempo de conversión":
"Debemos convertirnos a la autenticidad de la fe. Convirtiéndonos nos salvaremos unos a otros".
