En el centro histórico de Salvador de Bahía, en Brasil, se alza la Iglesia y Convento de São Francisco. Terminada entre los siglos XVII y XVIII, esta joya arquitectónica colonial es un testimonio de la confluencia del estilo barroco portugués y las influencias culturales bahianas; de hecho, está considerada una de las Siete Maravillas de Origen Portugués del mundo. Reconocido como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, el complejo ofrece una visión de la historia y la evolución del catolicismo brasileño, cautivando a los visitantes tanto por su interior como por su fachada.
Esplendor arquitectónico
La fachada de la iglesia es decididamente sobria. Sin embargo, al entrar, sorprende la opulencia de su interior. Las paredes decoradas con brillantes azulejos portugueses representan escenas de la vida de san Francisco, fundador de la Orden Franciscana. De hecho, es la iglesia de América Latina con mayor número de azulejos: unos 55.000 en total. Los altares dorados y las intrincadas esculturas de madera de jacarandá añaden un toque de calidez a la grandeza barroca europea.
El diseño de la iglesia y el convento ejemplifica una armoniosa mezcla de elementos barrocos portugueses e influencias locales bahianas. Los altos techos, que recuerdan a las catedrales europeas, están adornados con frescos bíblicos, mientras que el uso de maderas autóctonas en todo el interior confiere un marcado sabor brasileño. Esta fusión de estilos es el subproducto del intercambio cultural y comercial que tuvo lugar durante el periodo colonial, cuando las tradiciones europeas se mezclaron con las expresiones locales.
Un testimonio del catolicismo brasileño
Más allá de su esplendor arquitectónico, la Iglesia y Convento de São Francisco es un importante testimonio del desarrollo del catolicismo brasileño. El catolicismo llegó a Brasil con los colonos portugueses en el siglo XVI, echando raíces en una tierra ya rica en creencias espirituales indígenas y prácticas religiosas africanas que llegaron al país con la trata transatlántica de esclavos. Con el tiempo, estas diversas tradiciones se entrelazaron para crear una forma de catolicismo exclusivamente brasileña, caracterizada sobre todo por una mezcla sincrética de música y arte.
Importancia cultural
Reconociendo su excepcional valor cultural y arquitectónico, la UNESCO declaró la Iglesia y el Convento de São Francisco Patrimonio de la Humanidad en 1982. Este prestigioso estatus subraya la importancia del complejo no solo en el contexto de la historia de Brasil, sino también en el campo más amplio de la arquitectura barroca y del catolicismo en general. Atrae a visitantes, devotos y peregrinos de todo el mundo, atraídos por su belleza arquitectónica y su papel como ventana al catolicismo brasileño.
