Cada vez que rezamos el Padre Nuestro puede ser tentador pensar que la petición final solo se refiere a la idea general del mal.
En este contexto, pedimos a Dios que nos libre del mal, un concepto abstracto que abarca multitud de posibilidades. Sin embargo, el Catecismo de la Iglesia Católica deja claro que esta petición no se refiere al "mal" en general, sino a Satanás en particular.
Líbranos del maligno
En primer lugar, el Catecismo relaciona esta petición con otra oración que Jesús reza en los Evangelios:
"No te pido que los saques del mundo, pero sí que los protejas del maligno".
Jn 17, 15
El Catecismo continúa explicando cómo esta petición se refiere al mismo Satanás:
"En esta petición, el mal no es una abstracción, sino que designa una persona, Satanás, el Maligno, el ángel que se opone a Dios. El 'diablo' (diá-bolos) es aquél que 'se atraviesa' en el designio de Dios y su obra de salvación cumplida en Cristo" (CEC 2851).
El siguiente párrafo continúa su comentario sobre Satanás y su identidad:
"'Homicida [...] desde el principio [...] mentiroso y padre de la mentira' (Jn 8, 44), 'Satanás, el seductor del mundo entero' (Ap 12, 9), es aquél por medio del cual el pecado y la muerte entraron en el mundo y, por cuya definitiva derrota toda la creación entera será 'liberada del pecado y de la muerte' (Plegaria Eucarística IV, 123: Misal Romano). 'Sabemos que todo el que ha nacido de Dios no peca, sino que el Engendrado de Dios le guarda y el Maligno no llega a tocarle. Sabemos que somos de Dios y que el mundo entero yace en poder del Maligno" (CEC 2852).
Victoria a través de Jesucristo
La buena noticia es que aunque Satanás pueda parecer poderoso, ya ha sido derrotado en las acciones de Jesucristo:
"La victoria sobre el 'príncipe de este mundo' (Jn 14, 30) se adquirió de una vez por todas en la Hora en que Jesús se entregó libremente a la muerte para darnos su Vida. Es el juicio de este mundo, y el príncipe de este mundo está 'echado abajo' (Jn 12, 31; Ap 12, 11). 'Él se lanza en persecución de la Mujer' (cf Ap 12, 13-16), pero no consigue alcanzarla: la nueva Eva, 'llena de gracia' del Espíritu Santo es preservada del pecado y de la corrupción de la muerte (Concepción inmaculada y Asunción de la santísima Madre de Dios, María, siempre virgen). 'Entonces despechado contra la Mujer, se fue a hacer la guerra al resto de sus hijos' (Ap 12, 17). Por eso, el Espíritu y la Iglesia oran: 'Ven, Señor Jesús' (Ap 22, 17. 20) ya que su Venida nos librará del Maligno". (CEC 2853).
Al mismo tiempo, aunque esta petición final se dirige a Satanás, se extiende a todos los males de los que él es autor:
Cuando pedimos ser liberados del Maligno, pedimos también ser liberados de todos los males, presentes, pasados y futuros, de los que él es autor o instigador. En esta última petición, la Iglesia lleva ante el Padre todas las angustias del mundo (CEC 2854).
El Padre Nuestro es una oración poderosa, que incluye una petición muy importante para ser liberados del mal que Satanás intenta introducir en nuestras vidas.